lunes, 15 de marzo de 2010

La evaluación de cualquier profesional debería entenderse como algo natural

Entrevista a Carlos Marcelo, responsable de la Agencia Andaluza de Evaluación

Carlos Marcelo se muestra partidario de que los docentes sean evaluados, ya que "están cumpliendo un servicio público y tienen que rendir cuentas", aunque siempre que esa evaluación sirva para mejorar y no para sancionar o clasificar.


Es catedrático de Didáctica y Organización Educativa de la Universidad de Sevilla y responsable de Enseñanzas Universitarias de la Agencia Andaluza de Evaluación. Carlos Marcelo intervino en la XXIV Semana Monográfica de la Educación de la Fundación Santillana, celebrada la última semana de noviembre, donde impartió una conferencia sobre la carrera docente, un asunto de gran actualidad ante la negociación del Estatuto Docente entre el Ministerio y las organizaciones sindicales.

¿Cómo hay que plantear la carrera docente?
La carrera hay que entenderla como un continuo que empieza desde la formación inicial, donde hay que atraer a los mejores candidatos. Países que salen muy destacados en los informes PISA, como Finlandia o Corea, tienen una característica en común, y es que atraen a la docencia a personas con un alto nivel de expectativas y de formación. En segundo lugar, hay que retener a los que están enseñando y convertir la docencia en una profesión que apasione. Y para eso hay que cuidar los primeros años, totalmente desatendidos en nuestro país. Aquí uno aprueba las oposiciones, se va de prácticas, y ya se convierte en un profesor igual que los demás, con las mismas responsabilidades y en muchas ocasiones con los peores horarios y los peores cursos. Si pensamos en el símil de un médico, a alguien que acaba de empezar el MIR no le dejaríamos hacer una operación a corazón abierto. Y a veces dejamos a los profesores que están empezando en las condiciones de enseñanza más desafiantes.

¿Es importante tener en cuenta la remuneración en la carrera docente?
La carrera docente tiene que conseguir que el profesor que se esfuerza y se preocupa obtenga alguna recompensa, y no tiene por qué ser económica. También puede consistir en dedicar tiempo para hacer otras cuestiones, como ayudar a otros profesores que están empezando, ayudar a proyectos de innovación en otras escuelas, trabajar o hacer visitas a otros colegios. En definitiva, que el profesor pueda ver que el esfuerzo por mejorar, como cualquier profesional hoy día, no cae en saco roto. Es lo que hay que lograr, porque hasta ahora la carrera es plana, es decir, uno entra y los estudios muestran que la diferencia entre el salario de inicio y el final de carrera es muy pequeñito, a diferencia de otros países. El salario puede ser un incentivo, pero no es el único, ya que otros elementos pueden crear preocupación por mejorar como docente, esforzarse por hacerlo mejor.

¿Qué otros incentivos pueden obtenerse?
Las investigaciones nos dicen que lo que motiva al profesorado no son motivos extrínsecos, como es el salario o los regalos, sino que es una motivación intrínseca –ver que los críos aprenden, que se encuentra en un buen equipo con el cual se encuentra integrado, que está haciendo algo por el entorno de la escuela, que está mejorando como profesional–. Tiene que ver más con la satisfacción personal. Por eso la carrera tendría que contener elementos de promoción, con los que se obtuviera un reconocimiento por medio del esfuerzo, los buenos resultados y la integración en un buen equipo.

Se discute también sobre si incluir la evaluación docente en el borrador de Estatuto. ¿Cree que es necesaria?
La evaluación hoy día de cualquier profesional es una cuestión que debe entenderse como algo natural. A todos nos evalúan, porque tenemos que ser responsables con quien nos paga. Y nuestros clientes no sólo son los alumnos, sino la sociedad. Tenemos que ser conscientes de que estamos cumpliendo un servicio público y tenemos que rendir cuentas. También es verdad que si la evaluación se aplica como un elemento puntual se puede convertir en algo burocrático, pero así no va a tener ninguna capacidad de provocar un cambio en el sistema educativo, salvo establecer unos puntajes, unos indicadores que nos digan qué calificación tiene cada profesor. Yo creo que la evaluación tiene que producirse, ya que todos los informes internacionales nos muestran que aquellos países que tienen buenos sistemas educativos, la tienen incorporada.

¿Pero quién debe realizar la evaluación? ¿Y cómo debe realizarse?
El quién la hace es un elemento muy importante, porque ningún profesor dice que esté en contra, sino que le preocupa quién le evalúa. Si es una persona externa a la escuela, sin conocimientos, sin saber cuáles son las preocupaciones del profesor y viene un día a clase y le pasa una prueba y lo observa, seguramente que estemos hablando de una evaluación insuficiente. Si la evaluación la hace alguien perteneciente a la escuela también encontramos dificultades, ya que hoy día quien puede hacer la evaluación es el director o el inmediato superior, y ninguno de ellos tiene la suficiente autoridad para asumirse como evaluador. Por lo tanto, implantar un sistema de evaluación en España es complicado pero necesario, y tenemos que incoporarlo como parte de la carrera docente, pero no como el único elemento.

¿Cuál sería entonces un método justo de evaluación?
Otros países han implementado sistemas de evaluación con diferentes componentes, a través de encuestas a los alumnos, exámenes directos a los profesores, o una evaluación mucho más comprometida, donde alguien viene a tu clase y te observa y tú tienes tu propio portafolios que lo vas haciendo a lo largo de todo el año y presentas resultados. Lo que nos dicen es que la evaluación tiene efectos en la mejora de la enseñanza y en la mejora de la profesionalidad docente, cuando los profesores ven que la evaluación tiene un significado para ellos, que no va a sancionar ni a clasificar sino que va a ayudar a mejorar. También hay que tener en cuenta que vivimos en un país donde la cultura de la evaluación no está muy asumida. Pero creo que de una manera u otra tenemos que ir adentrándonos en un proceso donde es bueno rendir cuentas, porque forma parte de nuestro compromiso y nuestra responsabilidad.

¿Y qué piensa sobre la reivindicación sindical de anticipar la jubilación?
La edad media del profesorado en España es bastante alta, lo cual va a suponer que un porcentaje muy alto de profesores va a jubilarse. Algunos se están jubilando en cuanto tienen ocasión, seguramente porque están quemados. También está ocurriendo en la Universidad, y de esta forma estamos descapitalizando a nuestro sistema, porque muchas de las personas que tienen de 50 a 60 años han ido acumulando un saber hacer que sería muy interesante utilizarlo en las primeras etapas. A esos profesores prejubilados, que no tienen por qué tener el 100% de las clases, habría que convertirlos en mentores de profesores que están empezando. Sería una buena alternativa a profesores que quieren alejarse un poco del aula y que así el sistema no pierda el conocimiento práctico y esa sabiduría.


Los primeros años


"La carrera docente ocupa todo el periodo de tiempo que el profesor está en activo, y yo hago énfasis en los primeros años porque son muy importantes, porque dependiendo de cómo te vaya entonces así tú vas a seguir enamorándote de la profesión, o por el contrario, considerando que sólo te da para comer, te da vacaciones, el sueldo no está del todo mal y así vas a mantenerte".

Competencia no reconocida e incompetencia ignorada


"Hay muchos profesores que no se sabe que son buenos, y el conocimiento que tienen no lo difunden. Muchas empresas están trabajando en lo que se llama gestión del conocimiento, que consiste en buscar buenas prácticas para difundirlas y compartirlas. Sin embargo, en la docencia un profesor termina y se jubila sin más. Aunque, de igual forma, también hay que tener en cuenta la incompetencia ignorada, ya que hay profesores que no son tan buenos".

Autoridad


"El alumno confía en el profesor porque es el que le va a ayudar a desarrollarse como persona, a generar conocimiento, habilidades y afectos, y ese contrato se fundamenta en la autoridad, no en el poder. Pero no va a dar más autoridad un decreto que diga que la tarima tiene que estar 20 centímetros más alta, sino que la autoridad es un contrato entre el alumno y el profesor, pero también entre la sociedad y la escuela. Y los padres tienen que confiar en la escuela y en los docentes, ya que son las personas que están educando a sus hijos".

Por


Por Adrián Arcos


Fuente


http://www.magisnet.com/

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