Todos deseamos
formar parte de una ciudadanía participativa y responsable, la escuela, desde
sus propias prácticas, puede hacer importantes aportes ¿Puede una
autoevaluación institucional estimular la participación? ¿Qué vinculaciones
podemos hacer entre ella y la Cultura de la Participación?
Consideramos que enfatizar el debate sobre cuestiones
pedagógicas impregna y favorece una cultura de la participación, y posibilita
que los participantes, que generalmente resuelven desde el aislamiento y la
soledad, puedan adoptar puntos de vista diferentes a los propios.
La cultura de la
participación: ¿condición o recurso para desarrollar procesos de autoevaluación
institucional?
A priori sostenemos que es innegable la importancia del
desarrollo de una cultura de la participación en el ámbito educativo.
Esto es así en cuanto a los consensos generados en torno a
las funciones de la
escuela. Al respecto, las nuevas demandas de la sociedad del
siglo XXI nos exigen formar ciudadanos capaces, que puedan contar con un bagaje
de conocimientos que les permita convivir, enfrentar nuevos retos y resolver
problemáticas que requieren de la participación consciente y comprometida de
todos. La complejidad del entorno social nos obliga a crear escenarios
escolares que propicien la discusión y el establecimiento de acuerdos en un
ambiente de tolerancia y respeto. Pensamos la participación como concepto y
proceso que involucra la toma de decisiones. Participar permite conocer otros
puntos de vista y adaptar la búsqueda de la mejora continua. Se requiere para
ello una mentalidad abierta que pueda combatir la percepción de la evaluación
como mecanismo de control y sanción.
En ese sentido, la participación como condición y recurso
promueve el interés, la reflexión colectiva, los necesarios acuerdos sobre los
puntos a evaluar, decisión de modelos de evaluación, protagonismo de los
actores involucrados así como la articulación de los propósitos educativos.
Encontrar espacios de participación y de reflexión con
diferentes miradas enriquece las posibilidades de mejora. Cuando cada
autoridad, equipo de gestión, gabinete psicopedagógico, docente, alumno,
personal no docente puede expresarse libremente y cada uno asume el compromiso
de lograr mejoras, la autoevaluación está en marcha. La experiencia nos ha
demostrado, por otra parte, que los procesos de autoevaluación promueven el
compromiso de los actores con el proyecto que originan.
Ello no obsta la posibilidad de contar con agentes externos
que emitan su juicio de valor, aunque los resultados de esta evaluación externa
deben ser completados con los que los miembros de la institución vayan
elaborando.
Instalar estilos democráticos de gestión y evaluación
implica andar un camino complejo y sinuoso que demanda esfuerzos sostenidos.
Algunos temores y resistencias aparecen, sobre todo al incorporarse al equipo
de trabajo personas que no han transitado por este tipo de experiencias o que,
habiéndolo hecho, las mismas no hayan sido productivas. Así, deben de
erradicarse progresivamente las diversas dificultades u obstáculos que se
generan cuando:
• La aceptación a participar y la decisión de hacerlo no
está sustentada en la información sobre los objetivos, metas, procesos,
metodologías, trabajo de campo; la experiencia se torna un proceso traumático,
excesivo y, por lo regular, no recomendable a otros actores institucionales.
• El temor a que se detecten errores institucionales eclipsa
todas las posibilidades de participación, sustentado en la idea equivocada de
que esto traerá repercusiones graves.
Por lo tanto, la participación como eje clave de ese proceso
es una construcción progresiva. En esos escenarios la autoevaluación se
convierte en un dispositivo indispensable para que la institución pueda
pensarse. Por ello, la función esencial de la misma será formativa en tanto
ofrezca a los miembros de esa comunidad «elementos» para intervenir sobre esa
realidad. En este sentido, participación y autoevaluación interactúan
dialécticamente en mutua potenciación.
La colegialidad puede surgir a partir de un proceso de
colaboración, y la investigación-evaluación basada en la escuela puede ser el
vehículo para tal proceso; a ello se refiere Holly en un texto de Moreno
Olivos. La colaboración en equipo es necesaria para la instalación de la
cultura de la participación.
La autoevaluación
institucional y la cultura de la participación
Toda cultura institucional se produce haciendo, esto es,
sosteniendo prácticas. Entonces: ¿por qué no pensar a la autoevaluación como un
recurso para generar una cultura de la participación? La discusión entablada
nos deja algunos interrogantes para seguir indagando:
• ¿Es un requisito la participación de todos los actores en
el proceso de autoevaluación? ¿Qué características debe reunir esa
participación para auspiciar la reflexión y el cambio?
• ¿Cuál es el proceso para orientar la autoevaluación en
relación con la cultura de la participación?
• ¿Cuáles son algunas claves que ayudan a que la
participación se constituya en un recurso para la mejora y el cambio? No
obstante, hay que reflexionar acerca de que no siempre la participación logra
alcanzar esas metas transformadoras de la realidad, porque a veces va en
sentido contrario a la transformación y al bien común.
• ¿Cuáles pueden ser las estrategias para aumentar la
participación en la toma de decisiones que también resguarde una perspectiva
ética?
• ¿Por qué, en algunos casos, las instituciones educativas
son reacias a la participación?
• ¿Cómo impregnan los modos de participación y de gestión el
ejercicio de autoridad y poder?
• ¿Es suficiente la participación como estrategia para
integrar los miembros a una organización?
• ¿Es posible crear relaciones auténticas de no sumisión
sino de cooperación en la organización educativa?
Extraído de
N. E. LANDI, M. E. PALACIOS
REVISTA IBEROAMERICANA DE EDUCACIÓN. N.º 53 (2010), pp. 155-181
1 comentario:
Muy interesante, incluso se podría trasladar a otros ámbitos a parte de la comunidad educativa.
La participación sin duda enriquece al individuo, le enseña y le permite conocer otras perspectivas.
Participación y cooperación suelen ir de la mano.
Realmente este artículo da mucho en qué pensar. Un saludo.
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