viernes, 26 de abril de 2013

¿Qué es la evaluación formativa?

Existe un claro consenso sobre la necesidad de integrar las evaluaciones con la enseñanza y los aprendizajes, o sea que debe servir de retroalimentación, con la finalidad de mejorar, bajo este contexto ¿Qué tipo de evaluación formativa podemos reconocer? ¿Cuál es su utilidad?

 

La evaluación formativa es un proceso sistemático para obtener evidencia continua acerca del aprendizaje. Los datos son usados para identificar el nivel de aprendizaje real del alumno y adaptar la clase para ayudarle a alcanzar las metas de aprendizaje deseadas. En la evaluación formativa, los alumnos son participantes activos con sus profesores, comparten metas de aprendizaje y entienden cómo progresan, cuáles son los siguientes pasos que necesitan dar y cómo darlos.

 

De acuerdo con Heritage, la evaluación formativa incluye una variedad de estrategias para obtener evidencia, la cual puede ser categorizada en tres amplios tipos: evaluación al vuelo, evaluación planeada para la interacción, y evaluación enclavada en el currículum.

 

Evaluación al vuelo. 
Esta evaluación ocurre espontáneamente durante una clase. Por ejemplo, una profesora escucha las discusiones de un grupo, oye a los alumnos expresar sus ideas equivocadas acerca de un concepto científico que ha estado enseñando. Entonces cambia la dirección de su clase para dar una explicación rápida e "inesperada". La clase inesperada le permite a la profesora aclarar las ideas equivocadas antes de continuar con su secuencia de clase prevista.

 

Evaluación planeada para la interacción. 
En este tipo de evaluación los profesores deciden de antemano cómo aclarar las ideas de los alumnos durante la enseñanza. Por ejemplo, los profesores planifican las preguntas que harán durante la clase a fin de capacitar a los alumnos para explorar ideas, y estas ideas pueden aportar información valiosa para la evaluación.

 

Evaluación enclavada en el currículo. 
Hay dos tipos de evaluaciones insertas en el currículo, aquéllas que los diseñadores del currículo establecieron para solicitar retroalimentación en los puntos clave en una secuencia de aprendizaje, y aquéllas que son parte de las actividades continuas de aula. Por ejemplo, las representaciones matemáticas de un alumno creadas durante las clases pueden funcionar como evaluaciones formativas, como también pueden serlo los cuadernos de ciencias, que son parte de las actividades de aula regulares de los alumnos.

 

Fortalezas de la evaluación formativa
Como lúcidamente ha señalado Santos Guerra, una evaluación que no educa a quienes participan de ella debería ser llamada de cualquier otra forma, menos evaluación educativa. En sentido estricto, la verdadera evaluación siempre será formativa, por ello este apartado está dedicado a analizar las posibilidades que ofrece la evaluación formativa para enriquecer la enseñanza, pero sobre todo, el aprendizaje de los alumnos.

 

Por evaluación formativa debemos entender aquélla que ayuda a crecer y a desarrollarse intelectual, afectiva, moral y socialmente al individuo. La evaluación formativa representa una de las herramientas más poderosas de que dispone un profesor que pretende potenciar el logro de aprendizaje de sus alumnos. Los profesores pueden emplear la evaluación formativa para identificar la comprensión que el alumno tiene acerca de un determinado tema; clarificar el progreso de su aprendizaje; desencadenar un efectivo sistema de intervención para apoyar a los aprendices que se esfuerzan; informar y mejorar las prácticas de enseñanza; ayudar a los alumnos a seguir su propio progreso hacia el logro de los objetivos y motivarlos para construir confianza en sí mismos como aprendices; estimular un proceso de mejora continua y así, conducir a una transformación de la escuela.

 

Para que un sistema de evaluación sea verdaderamente productivo debe proveer diferentes tipos de información a varios tomadores de decisiones, en diferentes formas y en diferentes momentos. A nivel de aula, los alumnos, los profesores, y algunas veces los padres, necesitan información acerca del progreso del aprendizaje y evidencia continua del lugar que el aprendiz ocupa en esa progresión.

 

La evaluación formativa debe brindar una respuesta acerca de dónde está ubicado un alumno en su aprendizaje, no una vez al año o cada pocas semanas, sino  continuamente, mientras el aprendizaje está sucediendo. Las evaluaciones de aula efectivas clarifican en cada trayecto los apoyos necesarios para que el alumno pueda lograr cada objetivo planteado.

 

Esta atención personalizada no significa que se tenga que diseñar una evaluación única para cada alumno o para cada aula. Aunque la realidad diaria de toma de decisiones requerirá algunas evaluaciones únicas, en este nivel la evaluación también puede desarrollarse y emplearse en las aulas para identificar y ayudar a los alumnos que se esfuerzan por aprender.

 

Para que la evaluación pueda tener un impacto positivo en el aprendizaje de los alumnos, su propósito y sus resultados necesitan ser comprendidos por ellos en la forma en que los profesores desean. Mucha de la retroalimentación de la evaluación es incomprendida, o simplemente no comprendida por todos, además de desmoralizante y desmotivante. Como resultado, la energía y el tiempo que los profesores invierten en esto, a menudo son desperdiciados o contraproducentes.

 

En Australia y Nueva Zelanda la práctica y el conocimiento de la evaluación por parte de los profesores ha mejorado significativamente en los últimos años, a través de su inclusión en las actividades de evaluación nacional que han sido introducidas en esos países. La lección que podemos extraer de estas experiencias es que mucho de lo que sucede, al final, depende de los profesores. En estos países también se ha demostrado que los mejores docentes son aquéllos que tienen fuertes creencias en la equidad, la libertad y la justicia; así como aquéllos que están preparados para ajustar su práctica en un esfuerzo por satisfacer las necesidades educativas de todos los alumnos (no sólo de los tradicionales ganadores).

 

En este sentido, en el contexto de los países occidentales avanzados se menciona que los profesores en la mayoría de los sistemas educativos han mostrado su deseo y su capacidad para cambiar y desarrollarse en relación a la evaluación, cuando son provistos con una fuerte política de liderazgo y buenas oportunidades de desarrollo profesional.

 

 

Extraído de
La cultura de la evaluación y la mejora de la escuela
Autor
Tiburcio Moreno Olivos
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel 1.  

 

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