La Evaluación Curricular nos lleva a muchas reflexiones, entre ellas ¿Quién la debe llevar a cabo? ¿Autoevaluación o evaluación externa? En los siguientes párrafos, se analizan las variantes posibles, con sus ventajas y desventajas.
La autoevaluación institucional cuenta ya con suficientes
argumentos a favor como para que su utilización se encuentre suficientemente
legitimada en los ámbitos académicos que abogan por la democratización de las
instituciones y un mayor compromiso profesional. Los mismos argumentos son
válidos cuando nos referimos a la evaluación curricular en tanto el currículum
constituye un objeto central y sustantivo a las instituciones educativas.
Esta posición considera que los profesores son los
profesionales indicados para encarar un proceso de deliberación acerca de la
toma de decisiones más adecuadas para el desarrollo y evaluación de las
prácticas educativas. Por otra parte considerar a la evaluación curricular como
un proceso de investigación colaborativa, supone percibirla como algo natural y
propio de la profesión docente y de sus prácticas cotidianas, lo que significa
un cambio radical en el modo de concebir la investigación en educación.
También y como consecuencia de lo expresado anteriormente,
se considera a la institución como el lugar apropiado, como el espacio de
reflexión crítica, con capacidad para valorar su quehacer y tomar las
decisiones que, de modo participativo y consensuado produzcan los cambios que
consideren adecuados y necesarios. En tal sentido resulta pertinente la
siguiente cita: “...la tarea de tomar
como objeto de análisis y discusión la información obtenida por sus miembros en
los procesos de indagación, registro y sistematización de la información, constituirá
una oportunidad para que, en común, describan y analicen múltiples aspectos de
su realidad institucional, y pongan en juego variadas interpretaciones críticas”
(Lafourcade).
Trabajar en la evaluación del currículum, acceder a la
información que se obtenga y participar de la interpretación de sus resultados,
permite a todos los docentes conocer y comprender lo que sucede con currículum
y su desarrollo en su totalidad, tanto como deslindar aquellas
responsabilidades que son propias de la institución, de aquellas que la
exceden.
Sin embargo, como ya se ha señalado con anterioridad en este
documento, la evaluación curricular a cargo de sus propios protagonistas,
también tiene sus limitaciones y riesgos que pueden con facilidad sesgar las
interpretaciones y valoraciones, más aun cuando todavía no se encuentra
instalada una cultura de la evaluación en nuestras instituciones educativas. Es
por ello que, como lo demuestran algunas experiencias realizadas, es
conveniente y deseable contar con la ayuda externa para orientar el proceso de
evaluación curricular. La presencia de un agente externo puede ayudar a
convertir en extraño, lo cotidiano, a colocarlo cono objeto de análisis, sujeto
a indagación, reflexión crítica y valoración.
Otro aporte que puede realizar el agente externo es el
referido a la solvencia metodológica y coherencia entre el enfoque que la
institución decida y los aspectos técnicos y procedimentales que la evaluación
requiere, empleándolos con la rigurosidad necesaria. Esto puede implicar
también mayor eficacia en la tarea con menor recargo de tiempo para los
profesores, en tanto se sientan orientados y contenidos en un proceso complejo
y como ya se dijo, no exento de conflictos. Si el asesor o agente externo logra
la confianza de los miembros de la institución, puede ayudar a la credibilidad
del proceso y de sus resultados de la evaluación, convirtiéndose en un
“mediador sincero y necesario”. Este lugar puede ser ocupado por profesores de
otras instituciones, con conocimientos y formación en tareas de evaluación.
A modo de conclusión acerca de este punto, se puede afirmar
que es deseable y más un aconsejable, la combinación de estrategias de
autoevaluación con las de participación de agentes externos, ya que diferentes
miradas y perspectivas seguramente van servir para enriquecer procesos
complejos y dificultosos como el de la evaluación curricular, otorgándoles
mayor credibilidad y profesionalismo.
Desde otro punto de vista y dimensión de la evaluación
externa, la conformación de comisiones que se constituyen por afuera de las
instituciones, bajo la responsabilidad de los organismos de conducción estatal,
puede resultar de verdadera utilidad para obtener un panorama global del
sistema educativo y para ofrecer otras perspectivas de análisis e
interpretación de la evaluación curricular que se enriquezca y retroalimente
con l as autoevaluaciones curriculares institucionales. Estas comisiones podrán
tener distintas formas de conformación, combinando la participación de actores
institucionales internos con agentes externos, que pueden ser colegas de otras
instituciones educativas.
Queda un concepto más para plantear, que puede resultar muy
valioso en los procesos de evaluación curricular que es el de metaevaluación. A
través de ella pueden unirse, articularse las perspectivas de la autoevaluación
y de heteroevaluación o evaluación con la participación de agente externo y
fundamentalmente, realizar un proceso reflexivo acerca de la evaluación
diseñada y desarrollada, y de los efectos que haya podido producir en las
prácticas curriculares e institucionales. Se abre de este modo a través de
nuevos interrogantes, la espiral reflexiva que puede conducir a cambios e
innovaciones
Extraído de
Fundamentos en humanidades
Universidad Nacional de San Luis
Año II - N° 2 (4/2001) / pp. 101 - 122
Evaluación curricular
Autora
Marta Brovelli
Universidad Nacional de Rosario
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