martes, 5 de agosto de 2014

Las consignas en las evaluaciones


En la Evaluación Educativa se concentran todas las dificultades de los procesos de aprendizaje y de enseñanza. Se trata de una búsqueda de información, que puede ser realizada mediante consignas, que deben ser objeto de reflexión, ya que tienen un papel decisivo en las posibilidades de comunicación y comprensión en las instancias evaluativas.


En el encuentro entre docentes y estudiantes en torno al conocimiento, interviene la evaluación para intentar condensar las prácticas de enseñanza y las prácticas de aprendizajes. La evaluación educativa intenta provocar y recoger información de ambos para conocer, comprender, valorar y, si es necesario, incidir en su transformación.
Una forma particular de comunicación se construye en torno a la elaboración y uso de las consignas en las instancias evaluativas. Estas formulaciones pedagogizadas de las indicaciones que sintetizan lo que se espera que otros hagan reviste en las instituciones educativas el carácter de evaluación y acreditación. Este tema es objeto de observaciones y preocupaciones por parte de los profesores y permite construir uno de los relatos más frecuentes desde el nivel primario al universitario. “No saben interpretar las consignas” es una frase habitual luego de una prueba, que pretende explicar por qué tantos alumnos fracasan en los exámenes. Por momentos parece encerrar la creencia que esa habilidad o destreza es algo que se logra por maduración natural o adquiere espontáneamente y cuya responsabilidad es exclusiva de los estudiantes y respecto de la cual los docentes no tenemos intervención alguna. Sin embargo, sería bueno detenernos a pensar que las consignas pueden considerarse como una condensación particularizada de los enfoques con los que el docente construye su lugar de pertenencia en el campo de la Evaluación Educativa. Es en ellas donde se traducen los posicionamientos teóricos acerca de la disciplina.

No es lo mismo pedir a los estudiantes que sinteticen, citen o emitan opinión en torno a un tema. No es idéntica la perspectiva que intenta conocer algo acerca de la retención de información a la que se orienta a indagar la construcción e interrelación de saberes. En síntesis, las consignas representan indicaciones o acuerdos acerca del trabajo intelectual que deben desplegar los estudiantes y su valor aumenta porque es también a partir de ellas que podemos aproximarnos a la elaboración de juicios valorativos acerca de dicho trabajo.

Quizá “entender mal” o “no comprender la consigna” pueda significar “entender o comprender otra cosa”. Quizá la sustitución de un proceso cognitivo por otro al leer la consigna de una prueba se deba más a la reproducción mecánica de dispositivos de respuestas escolarizados que a “fallas de lectura comprensiva”. El error no es siempre falta de atención, conocimiento o estudio. Hay, como recuerda Alicia Camilloni, errores inteligentes producto de otras relaciones que para el profesor no estaban incluidas dentro del repertorio de posibles respuestas. Las consignas encierran códigos de comunicación que son inteligibles para quienes los comparten. Ejemplos de ello serían las interpretaciones que los estudiantes de un curso realizan al leer los ítems de una prueba construida por su profesor habitual y orientan sus respuestas en torno a lo que éste supone que deberían contestar, y que son oscuras o incomprensibles para quienes no asistieron a sus clases. Pero este código intersubjetivo no siempre garantiza el entendimiento. Más aún, puede suceder también, que la lectura de una consigna suscite otras interpretaciones entre quienes han compartido los encuentros de aula.

Un estudiante que aprende intentando comprender no puede dejar de resignificar no sólo lo expuesto por el docente y los textos sino también lo que se le pide en una prueba o examen. Y el profesor, cuando formula una pregunta, la construye desde un contexto de significación que no es fácil de exponer a quien debe responderla. De igual modo, los docentes esperamos que se aborden en la producción de los alumnos ciertos temas o relaciones que no solicitamos expresamente por temor a ser demasiado indicativos, pero, al momento de evaluarlo, lo valoramos respecto a ese patrón o modelo analítico previamente construido pero no comunicado.

La redacción de consignas es una actividad docente de cierta complejidad, que intenta ser coherente con la propuesta educativa de una cátedra y pertinente a un trayecto de trabajo donde la enseñanza se propuso provocar algunas marcas en los aprendizajes de los estudiantes. Estos códigos, explícitos o implícitos, tienen un papel decisivo en las posibilidades de comunicación y comprensión en las instancias evaluativas. Por lo tanto, es interesante dedicar un tiempo a la verificación de una comprensión en común de lo solicitado y de reflexión después de la lectura de la producción de los alumnos. La revisión de las respuestas permite visualizar, desde qué lugar se leen las indicaciones de trabajo y su actuación posterior. Confluyen, nuevamente en esta instancia, múltiples significados que permitirán negociar diferentes interpretaciones, reconfigurar aprendizajes, diseñar futuros trayectos y acordar la calificación final.




Extraído de:
Diálogos entre Comunicación y Evaluación. Una perspectiva educativa
Autoras
Susana Celman
Licenciada y Especialista en Educación. Profesora Titular cátedra “Evaluación”. Directora de Posgrado Especialización y Maestría en “Docencia Universitaria” UNER.
Facultad de Ciencias de la Educación - Universidad Nacional de Entre Ríos
Virginia Olmedo
Profesora en Ciencias de la Educación. Profesora Adscripta cátedra “Evaluación”. Facultad de Ciencias de la Educación - Universidad Nacional de Entre Ríos.

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