Es natural que mucha gente apoye o se oponga con dureza a la
evaluación educativa. También es natural que muchos comentaristas de los medios
se deslumbren ante la idea de que “ahora sí” se evaluará a los maestros; ahora
sí, se acabará con las prácticas corruptas o pre-modernas de asignación o
promoción de plazas o puestos; y, ahora sí se aumentará la calidad educativa.
Pero la realidad de verdad es diferente: no hay evaluación sin contexto; y no,
no puede ordenarse por decreto la calidad educativa, ni aunque la Constitución
lo dicte. No existe y no puede existir la garantía individual o social de la
calidad educativa.
¿Por qué? Porque ni si quiera sabemos qué es
calidad educativa. Y si no lo sabemos, ¿cómo puede el Estado arrogarse la
función o atribución de garantizar la calidad educativa?
El viernes 28 de agosto la cuenta de Tweeter
“@INEEmx” del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación difundió la
siguiente frase: “La evaluación considera las características del contexto en
el cual se desempeñan los docentes #EvaluarEsParaMejorar”. Parece una frase al aire, sin
ninguna otra intención que difundir la idea de la validez de las pruebas
estandarizadas del INEE, pero la frase en sí es una paradoja.
Aunque la Ley del INEE (artículo 8) y la Ley del
Servicio Profesional Docente (Artículo 68) hablan del contexto, el
INEE se enfrenta a una imposibilidad. No hay forma en la que alguna instancia
evaluadora, realice evaluaciones estandarizadas y al mismo tiempo considere,
auténticamente, el contexto.
En esencia, desde el punto de vista de la pedagogía
y del aprendizaje: estandarización y contexto no se mezclan. ¿Por qué?
Porque si bien sí podemos, estandarizar—aunque con
ciertas limitantes—la medición del conocimiento y algunas habilidades, con
pruebas estandarizadas aplicables al mismo tipo de estudiantes, en las mismas
condiciones de aplicación (lo cual es difícil), lo que no podemos estandarizar,
para efectos pedagógicos y de aprendizaje, es el contexto.
Así que cuando el INEE dice que considerará el contexto,
o cuando la Ley (Artículo 8, Ley del INEE) sostiene que “[las] evaluaciones
deberán considerar los contextos demográfico, social y económico de los agentes
del Sistema Educativo Nacional (…)” o que otorga el derecho a quienes
participen en el Servicio Profesional Docente, a “[q]ue durante el proceso de
evaluación sea considerado el contexto regional y sociocultural,” (Artículo 68,
fracción VI), en realidad lo que hace es redactar una imposibilidad.
Si el INEE u otras autoridades educativas se basan
en estadísticas estandarizadas contextuales del INEGI o CONAPO se pierde, por
definición, la información del contexto. Los promedios de indicadores
económicos, demográficos, sociales y regionales pierden el detalle de la
información única y propia de cada escuela, porque los problemas y los
contextos de cada escuela no están sujetos a estandarización excepto en
aspectos mínimos para el aprendizaje. Y cuando finalmente los datos
estandarizados están listos y publicados, lo que informan es pasado, viejo, anacrónico:
el contexto cambia constantemente. Por tanto, constantemente hay que evaluar.
La evaluación debe ser dinámica.
Por ejemplo, aunque el ingreso socioeconómico de
una región, sí puede estandarizarse, el dato para efectos de análisis
contextual es irrelevante. Y lo que no se puede estandarizar es lo relevante,
como las condiciones socioeconómicas de cada escuela y al mismo tiempo
controlar por tipo y calidad de maestros, involucramiento y calidad de
participación de los padres, niveles de agresividad en la escuela y el hogar,
comportamiento emocional de los niños de cada escuela y en cada aula; niveles
de tensión en la familia. Todavía menos propicio de estandarización son las
condiciones culturales de inseguridad, actitudes para el aprendizaje, sociabilidad,
aplicación del currículo de aula, ambientes de aprendizaje, ambientes de
motivación, relaciones con autoridades locales y federales y organización
escolar. Y aún menos “estandarizable” son las condiciones históricas,
presupuestales de las escuelas y anímicas del colectivo escolar, i.e., la moral
del colectivo. En fin, uno puede estandarizar automóviles, corcholatas,
tortillas, tacos y canchas; pero no escuelas, maestros y alumnos.
Estandarizar escuelas sería como estandarizar
hogares. Se parecen en los ladrillos pero no en las personas y menos en las
relaciones humanas que ocurren entre muros.
Hasta ahora tanto la Ley como el INEE ven al
contexto como un insumo de la evaluación y debe ser al revés: la evaluación es
el insumo del contexto. Por tanto, sí a las pruebas estandarizadas pero como un
insumo para que un grupo colegiado de educadores, expertos y agentes
educativos, con una narrativa de juicio, realice la evaluación contextual y
formativa de los docentes y las escuelas.
Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/el-contexto-en-la-evaluacion-educativa/
Por: Eduardo Andere
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