Cuando se
evalúa desde el enfoque formativo se debe tener presente una serie de elementos
para el diseño, el desarrollo y la reflexión del proceso evaluativo, que se
refieren a las siguientes preguntas: ¿Qué se evalúa? ¿Para qué se evalúa?
¿Quiénes evalúan? ¿Cuándo se evalúa? ¿Cómo se evalúa? ¿Cómo se emiten juicios?
¿Cómo se distribuyen las responsabilidades de la evaluación? ¿Qué se hace con
los resultados de la evaluación? ¿Qué se evalúa?
El objeto
de evaluación se refiere al componente que se evalúa, respecto al cual se toman
decisiones en función de un conjunto de criterios establecidos. El objeto de
evaluación son los aprendizajes de los alumnos. En educación preescolar, los
referentes para la evaluación son los aprendizajes esperados establecidos en
cada campo formativo, que constituyen la expresión concreta de las competencias
y orientan a los docentes para saber en qué centrar su observación y qué
registrar en relación con lo que los niños hacen.
En la
educación primaria y secundaria, en cada bloque se establecen los aprendizajes
esperados para las asignaturas, lo que significa que se cuenta con referentes
de evaluación que permiten dar seguimiento y apoyo cercano a los aprendizajes
de los alumnos (SEP, 2011). ¿Para qué se evalúa? Toda evaluación que se lleve a
cabo durante el ciclo escolar, independientemente de su momento (inicio,
durante el proceso o al final del proceso), de su finalidad (acreditativa o no
acreditativa), o de quienes intervengan en ella (docentes, alumnos), se hará desde
el enfoque formativo de la evaluación, es decir, evaluar para aprender como se
señala en el séptimo principio pedagógico del Plan de estudios 2011,3 y en
consecuencia mejorar los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
Así, a
partir de las evidencias recolectadas a lo largo del proceso se puede
retroalimentar a los alumnos para mejorar su desempeño y ampliar sus
posibilidades de aprendizaje. Por ello, el docente brindará propuestas de
mejora y creará oportunidades de aprendizaje para que los alumnos continúen
aprendiendo.
Con esto,
los docentes comparten con los alumnos, madres y padres de familia o tutores lo
que se espera que aprendan, así como los criterios de evaluación. Esto brinda
comprensión y apropiación compartida respecto a la meta de aprendizaje y los
instrumentos a utilizar para conocer su logro; además, posibilita que todos
valoren los resultados de las evaluaciones y las conviertan en insumos para el
aprendizaje.
Por lo que
es necesario que los esfuerzos se concentren en cómo apoyar y mejorar el
desempeño de los alumnos y de la práctica docente (SEP, 2011).
¿Quiénes
evalúan? El docente frente a grupo es el encargado de evaluar los aprendizajes
de los alumnos. Para ello planifica y conduce procesos de evaluación en
diferentes contextos y con diversos propósitos y alcances para el aseguramiento
del logro de los aprendizajes de sus alumnos.
Desde el
enfoque formativo, existen tres formas en las que el docente puede realizar la
evaluación: la interna, la externa y la participativa (Nirenberg, Brawerman y
Ruiz, 2003). La interna se refiere a que el docente evalúa a los alumnos del
grupo que atiende en un ciclo escolar, porque tiene un conocimiento detallado
del contexto y las condiciones en las que surgen los aprendizajes de los
alumnos. Este conocimiento propicia la reflexión y el autoanálisis para la
contextualización y adaptación de sus estrategias de enseñanza y de evaluación,
con el fin de crear las oportunidades que permitan que los alumnos mejoren su
aprendizaje.
La
evaluación participativa se refiere a que el docente evalúa al involucrar otros
actores educativos, como sus alumnos, docentes o directivos. Esta forma de
evaluar permite establecer acuerdos y negociaciones entre los involucrados, ya
que se promueve la participación de todos y, por tanto, los cambios son
factibles.
De esta
manera, la evaluación se convierte en un recurso común para mejorar el
aprendizaje, lo cual implica que se establezcan acuerdos y se compartan
criterios de evaluación para que todos puedan mejorar. Cuando el docente
involucra a sus alumnos en el proceso de evaluación, propicia que ellos
aprendan a regular sus procesos de aprendizaje; para lo cual pueden promoverse
los siguientes tipos de evaluaciones formativas que son complementarias a las
que realizan los docentes: Autoevaluación: es la evaluación que realiza el
propio alumno de sus producciones y su proceso de aprendizaje.
De esta
forma, conoce y valora sus actuaciones, y cuenta con más bases para mejorar su
desempeño (SEP, 2011). Coevaluación: es la evaluación que realiza el propio
alumno en colaboración con sus compañeros acerca de alguna producción o
evidencia de desempeño determinada. De esta forma aprende a valorar los
procesos y actuaciones de sus compañeros con la responsabilidad que esto
conlleva.
Además,
representa una oportunidad para compartir estrategias de aprendizaje y aprender
juntos (SEP, 2011). Heteroevaluación: es la evaluación que el docente realiza
de las producciones de un alumno o un grupo de alumnos. Esta evaluación
contribuye al mejoramiento de los aprendizajes de los alumnos mediante la
identificación de las respuestas que se obtienen con dichos aprendizajes y, en
consecuencia, permite la creación de oportunidades para mejorar el desempeño
(SEP, 2011).
Desde el
enfoque formativo de la evaluación, tanto en la autoevaluación como en la
coevaluación es necesario brindar a los alumnos criterios claros, precisos y
concisos que deben aplicar durante el proceso, con el fin de que éste se
convierta en una experiencia constructiva y no en la emisión de juicios sin
fundamento. La evaluación externa se refiere a que el docente o agente que
evalúa no esta incorporado a la escuela; es decir, se establece un juicio más
objetivo porque no existen relaciones interpersonales con los evaluados. Sin
embargo, se tiene poco conocimiento acerca de los avances en el aprendizaje de
los alumnos y una noción mínima del contexto. En el enfoque formativo se debe
privilegiar que los docentes evalúen de manera interna y participativa, al
considerar los aprendizajes de los alumnos como el centro de atención de la
evaluación en el aula.
¿Cuándo se
evalúa? La evaluación es un proceso cíclico que se lleva a cabo de manera
sistemática, y consiste en tres grandes fases: inicio, que implica el diseño;
el proceso, que genera evaluaciones formativas, y el final, donde se aplican
evaluaciones sumativas en las que se puede reflexionar en torno a los
resultados (Nirenberg, Brawerman y Ruiz, 2003). En este sentido, estos tres
momentos de la evaluación pueden aplicarse de acuerdo al foco de atención: la
actividad de un proyecto, un proyecto, un bloque, un bimestre o el ciclo
escolar. ¿Cómo se evalúa? Para que la evaluación tenga un sentido formativo es
necesario evaluar usando distintas técnicas e instrumentos para la recolección
de información; además de aplicar criterios explícitos que permitan obtener
información sistemática. Las técnicas y los instrumentos de recolección de
información pueden ser informales, semiformales y formales:
a)
informales, como la observación del trabajo individual y grupal de los alumnos:
registros anecdóticos, diarios de clase; las preguntas orales tipo
pregunta-respuesta-retroalimentación (IRF, estrategias de
iniciación-respuesta-feedback);
b)
semiformales, la producción de textos amplios, la realización de ejercicios en
clase, tareas y trabajos, y la evaluación de portafolios, y
c)
formales, exámenes, mapas conceptuales, evaluación del desempeño, rúbricas,
lista de verificación o cotejo y escalas. En los tres casos se obtienen
evidencias cualitativas y cuantitativas.
El enfoque
formativo de la evaluación de los aprendizajes La sistematización de la
información que se deriva de los instrumentos de evaluación utilizados,
permitirá que al final de cada periodo de corte se registre, en la Cartilla de
Educación Básica, el nivel de desempeño en preescolar y la referencia numérica
y los niveles de desempeño que correspondan, en primaria y secundaria; además
de los apoyos que se sugieran a los alumnos para mejorar su desempeño.
Cuando no
se usen los instrumentos suficientes para dar seguimiento al aprendizaje de los
alumnos, el registro de las evaluaciones en la Cartilla hará difícil conocer
los logros de aprendizaje de los alumnos. ¿Cómo se emiten juicios?
Los
docentes emiten juicios en torno al logro de los aprendizajes esperados
señalados en los programas de estudio. Las evidencias obtenidas a lo largo de
un periodo previamente establecido permitirán elaborar los juicios respecto al
desempeño de los alumnos, es decir, en sus aprendizajes y no en sus
características personales. Para emitir un juicio del desempeño de los alumnos
es necesario establecer criterios de evaluación: identificar los aprendizajes
esperados y, en consecuencia, seleccionar las evidencias de desempeño que
permitan verificarlos; además de determinar los criterios que se usarán para
evaluar las evidencias.
Estas evidencias pueden ser las producciones
de los alumnos o los instrumentos de evaluación que el docente seleccione. Una
vez que se seleccionaron las evidencias deben analizarse los resultados tomando
como referencia los aprendizajes esperados, lo cual permitirá emitir un juicio
del nivel de desempeño en relación con el logro de los aprendizajes y, si es
necesario, buscar otras estrategias para mejorar el desempeño de los alumnos.
¿Cómo se
distribuyen las responsabilidades de la evaluación? El alumno es corresponsable
con docentes, familia o tutores de su proceso formativo; además tiene derecho a
conocer los criterios de evaluación que utilizará el docente para las
evaluaciones que realice y a recibir retroalimentación del logro de sus
aprendizajes, con el fin de contar con elementos que le permitan mejorar su desempeño.
Las
madres, padres de familia o tutores deben contribuir al proceso formativo de
sus hijos o tutorados, por tanto, deben llevarlos a la escuela con puntualidad
y conocer los resultados de la evaluación de sus aprendizajes y, con base en
ello, apoyar su desempeño. Las autoridades escolares deben estar al tanto de
los procesos y resultados de las evaluaciones que realizan los docentes y así
tomar las decisiones conducentes para alcanzar el logro de los aprendizajes.
Las autoridades educativas de las entidades federativas y federales deben
conocer los resultados de las evaluaciones realizadas en los planteles de
Educación Básica y, en el marco de sus atribuciones y competencias, tomar las
medidas necesarias para el logro de los aprendizajes establecidos en el Plan y
los programas de estudio 2011 (SEP, 2011). ¿Qué se hace con los resultados de
la evaluación? Generalmente, las madres y los padres de familia son quienes
esperan que se evalúe a sus hijos y se les retroalimente acerca de su progreso.
La sociedad
en general también está a la expectativa de los resultados de los alumnos. Sin
embargo, los resultados de las evaluaciones no se utilizan como un insumo para
aprender y en consecuencia mejorar el desempeño del alumno, del docente y de
las escuelas.
Con base
en el enfoque formativo de la evaluación, los resultados deben analizarse para
identificar las áreas de mejora y tomar decisiones que permitan avanzar hacia
las metas que se esperan en beneficio de los alumnos.
Extraído de
La evaluación en la escuela
Autores
Profra. Reyna Guadalupe Pardo
Camarillo
María del Pilar Salazar Razo
Mtro. Ricardo Díaz Beristain
Dra. Martha Diana Bosco
Mtra. María Eugenia Negrín
Mtra. Estela del Valle Guerrero
Mtro. Adrián Enrique Cerón Anaya
Mtra. Patricia Alcázar Nájera
Fuente
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