miércoles, 21 de octubre de 2020

EI docente, ¿baqueano o juez?

Se necesita que el niño vea a su educadora, a su educador, como un orientador, como alguien "de su lado", que le está ayudando a conocer el mundo, a aprender, a explorar, a desarrollar saberes y habilidades. Pero la función calificadora dificulta esta relación maestro-niño, pues no se puede ser tan sincero y abierto sobre la propia ignorancia con quien va a poner una nota. Una nota que, finalmente, decidirá si se aprueba o reprueba un curso, con todas las consecuencias que ello tiene.


Por eso nos parece importante minimizar la función evaluadora-calificadora del docente, creando en la escuela un clima totalmente diferente al actual. Un clima donde el docente se reconozca más y sea reconocido por sus alumnos como baqueano en un viaje dificil pero interesante, y que los niños quieren hacer: el viaje del conocimiento, la travesía del saber. Así, el docente es el que supervisa rutas, aporta instrumentos, sugiere estrategias, aceptando que los estudiantes están en un proceso de crecimiento y desarrollo, y que nadie, ni siquiera él mismo, domina por completo todo el amplio campo del viaje.

Como parte de su ayuda, el docente advierte errores y aciertos a los viajeros, y les orienta para superar insuficiencias. Pero se aleja de la obsesión evaluadora, de la evaluación como espada de Damocles pendiendo eternamente sobre los aprendices, de los cuadros llenos de números, al final reducidos a un solo guarismo el cual se supone que resume en sus dos cifras todo lo que cada aprendiz realizó: 12 ó 19 ó 08.
En la escuela que rechazamos, la evaluación/calificación crece desmesuradamente, utilizando tiempo precioso que deberían dedicar maestro y alunmos a actividades en verdad formativas.

Verse como baqueano en vez de como juez realza la función educadora del docente. Y se expresa en el trato diario con los niños y niñas: en la manera como maneja sus errores, en las oportunidades que les ofrece para superarlos, en el carácter temporal e inconcluso que da a toda evaluación, en la minimización que hace de la función evaluadora como tal.

Desde luego, siempre está presente cierto papel de "juez" irrenunciable. Sobre todo a partir de Tercer Grado, si el niño o la niña no ha logrado alcanzar un manejo básico de ciertos saberes y destrezas, deberá quizás repetir el curso. Sin embargo, creemos que con una propuesta pedagógica abierta, variada y vinculada a la vida de los niños, muy pocos deberían ser reprobados.

Lo que proponemos no es reducir la exigencia. Al contrario, creemos en una escuela que espere más de los niños y que, por lo tanto, les exija más. Pero que también los ayude más y los juzgue menos. Ofreciéndoles el ambiente, los instrumentos y las propuestas del trabajo que les permitan triunfar en el aprendizaje.



Extraído de
LA EVALUACION EN LA ESCUELA:
una ayuda para seguir aprendiendo
 
Autora; Aurora LACUEVA*


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