La participación del propio aprendiz en su evaluación tiene muchos
beneficios. Aunque debemos reconocer que es un proceso delicado, sobre todo al
partir de una situación como la imperante, tan deformada en cuanto a las
finalidades, formas y consecuencias de la evaluación.
Sin embargo, el esfuerzo de ir iniciando mecanismos de
autoevaluación es muy positivo. AI participar en la evaluación de su
aprendizaje, el niño va cobrando mayor conciencia del mismo, va ganando mayor
claridad acerca de las fallas y los alcances en el proceso vivido. Así mismo,
adquiere mayor responsabilidad sobre su actividad escolar, toma más en sus
manos su propio aprendizaje en la escuela. Ello nos parece fundamental: el
estudiante debe hacer suyo el trabajo escolar, para aprender de manera
auténtica y trascendente.
Adicionalmente, el estudiante puede aportar elementos
no advertidos por ningún evaluador externo, de utilidad para la reconsideración
de los procesos de enseñanza-aprendizaje.
La existencia de la autoevaluación expande la democracia en la
escuela, restituyendo al aprendiz un poder que le había sido sustraído.
EI maestro italiano Mario Lodi propone el siguiente mecanismo:
EI
niño, en un folio, escribe los compromisos de la semana o de la quincena. Al
final del período,
detrás del folio, escribe si ha mantenido los propósítos, si han sido
realizados o qué ha hecho en sustitución de ellos.
La evaluación no se hace con las notas sino con un gráfico o tabla cuya anotación es hecha por los niños y que se modifica constantemente. Efectivamente, el plan de trabajo y la tabla de autoevaluación es un instrumento que crece a medida que crecen los muchachos, que sigue su evolución, pasando de unos pocos datos a una casuística cada vez más rica (Lodi).
La evaluación no se hace con las notas sino con un gráfico o tabla cuya anotación es hecha por los niños y que se modifica constantemente. Efectivamente, el plan de trabajo y la tabla de autoevaluación es un instrumento que crece a medida que crecen los muchachos, que sigue su evolución, pasando de unos pocos datos a una casuística cada vez más rica (Lodi).
La confrontación con los libros, con el docente y con los
compañeros, las evidencias recogidas en las investigaciones, la prueba de los
productos elaborados por ellos, ayudan a los niños a autoevaluarse de manera
natural y confiable. Si los estudiantes hacen sólo "tareas", ¿cómo
pueden saber si lo hicieron bien o mal? Deben esperar por el juicio del
docente, forzosamente. Pero si su trabajo es de otra índole, y si se pone al
alcance de otros diversos, en un medio cultural rico, las posibilidades de autoevaluación
y de coevaluación se multiplican.
Extraído
de
LA EVALUACIÓN EN LA ESCUELA:
una ayuda para seguir aprendiendo
una ayuda para seguir aprendiendo
Autora; Aurora
LACUEVA*
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