Saquen una hoja… Seguramente esta expresión resuene en los oídos de todos, ya sea por su propia experiencia de alumnos, como por la actual de docentes.
Hace ya casi cuarenta días que no estamos en las aulas, nos encontramos en
casa, planificamos clases, interactuamos con nuestros alumnos a través de la
herramienta TEAMS y de la plataforma miUBP, conversamos con nuestros compañeros
profesores y con los directores de carrera, construimos entre todos estrategias
que nos permitan estar presentes y dar continuidad a lo planificado.
Pero permanentemente hay una pequeña luz roja que se enciende y nos interpela:
¿Cómo evalúo? ¿Es válida la evaluación si no veo en vivo y en directo a mis
alumnos, si no están en sus bancos, solamente con sus hojas y lapiceras y
asegurándome de que no se copien entre sí?
Hoy, el contexto cambió y nos vemos impelidos a repensar nuestras prácticas
entre las que está la de evaluar.
Santos Guerra (2007) afirma que la evaluación es aprendizaje, y nos invita a mirarla en congruencia con las actividades realizadas durante el período de cursado. Recordemos que la evaluación forma parte del proceso de enseñanza y de aprendizaje, que no está separada de lo que venimos realizando, sino que es un momento más en que nos detenemos e invitamos a los estudiantes a resolver algunas consignas que los ayudarán a seguir adelante en el estudio de nuestras materias.
En este artículo
pretendemos brindar a nuestros profesores algunas estrategias relativas
al qué, cómo, cuándo y para quién evaluar.
¿Qué queremos evaluar?
Ante esta pregunta,
pensemos en lo que nos interesa que nuestros alumnos aprendan, es decir los
conocimientos, habilidades, destrezas que hemos seleccionado para enseñar en
nuestra materia o módulo. Llamémosle, el programa de estudios.
Claves para identificar qué vamos a evaluar:
Releer el programa de la asignatura subrayando
conocimientos, habilidades, destrezas que constituyen los saberes relevantes de
la materia.
Tener en mente
la didáctica del contenido, que permita el diseño de actividades de
aprendizaje poniendo en juego conceptos y subconceptos, así como las
habilidades que los componen.
Chequear los
objetivos que deben alcanzar los estudiantes en relación a los contenidos,
permitiendo verificar que no falten conceptos centrales para alcanzarlos.
Hacer correcciones
y sugerencias necesarias en caso de que se requiera una nueva
elaboración.
¿Cómo evaluar?
En este caso, el
centro se pone en las estrategias y metodologías para llevar adelante la
evaluación. Es así como adquiere relevancia el concepto inicial del que
partimos: la evaluación es aprendizaje por lo que está
estrechamente vinculada a los contenidos y a las formas en que los enseñamos.
Es decir entonces que la coherencia entre el enseñar y el evaluar,
es fundamental y son aspectos inseparables.
Claves para pensar cómo vamos a evaluar:
Considerar en todo
momento la naturaleza del contenido que se enseña. Existen
temas que son eminentemente prácticos y que requieren de resolución de
ejercicios, como en Matemática, Física o Química y otros que se basan en
actividades de reflexión, de análisis de textos, de normativas, etc.
En virtud de ellos,
el aborar un instrumento de evaluación coherente. Dichos
instrumentos son variados y en este espacio compartimos algunos que seguramente
se pueden sumar a otros que ustedes, como docentes, conozcan.
Por una parte, se
les pueden proponer casos que los alumnos deben leer
atentamente, analizar y brindar sus opiniones fundamentadas en torno a ellos.
Por otra, elaborar
situaciones problemáticas cuyo desafío está dado por brindar
soluciones a las mismas basadas en las actividades previas, a lecturas y a las
interacciones mantenidas.
Quizás ustedes se
pregunten ¿de dónde obtengo estos casos o estas situaciones problemáticas? Las
fuentes son variadas: una de ellas es Internet, en sitios serios y reconocidos
para cada disciplina, donde se pueden encontrar posibles insumos que para
ustedes resulten significativos y pertinentes.
La otra opción se
encuentra dada por vuestra propia experiencia profesional. Por ejemplo, en el
caso del Derecho, retomar posibles casos o expedientes en los que por
cuestiones éticas se cambian las identidades de los involucrados. O en la
Contabilidad, balances de empresas, trámites ante AFIP, análisis de costos,
elaboraciones de presupuestos. En campos como en el del Diseño gráfico, el
análisis de producciones, teniendo en cuenta el parámetro que se sigue para
elaborarlas.
También, podemos
encontrarnos con disciplinas vinculadas con la gestión ambiental, en las que se
analicen situaciones actuales, a través de artículos de diarios y noticias de
actualidad. Sin ir más lejos, hoy, ante el COVID 19 se observa que las ciudades
se ven menos contaminadas y, ¿por qué no realizar un análisis en torno a esto?
Generar propuestas
de evaluación comunes a materias que se complementen entre sí y
que los alumnos se encuentren cursando de manera concomitante, se constituye en
otra posible clave. Este es un buen modo de integrar contenidos, para que los
estudiantes descubran las interrelaciones que existen entre las materias y la
contribución de cada uno a su perfil profesional.
En este ¿Cómo?
ingresa la mentada dicotomía: ¿individual o grupal? Ambas
alternativas son válidas. Cada una tiene sus características y dinámicas. Se
pueden generar interrogantes que giren en torno a la definición de ciertos
conceptos que ustedes como profesores consideren clave en sus espacios
curriculares y que sean trabajados por cada alumno, para luego y a partir de
ello, generar algunas de las estrategias arriba mencionadas y que sean abordadas
en grupos de no más de tres integrantes, para luego y, a través de la
herramienta TEAMS realizar una exposición de lo que elaboraron y, de ese modo
acreditar esos saberes.
Seleccionar/construir
instrumentos de evaluación coherentes con las actividades de
aprendizaje planteadas. Por ejemplo: si se enseñó utilizando estudio de
casos, la instancia final de evaluación debería contener consignas de este
tipo.
La devolución
cualitativa que, como docentes realizamos a los estudiantes, es un
aspecto fundamental si sostenemos, como se dijo más arriba, que la evaluación
es aprendizaje. Poco puede aprender un alumno si el docente cuando corrige
simplemente otorga un número (nota), que puede representar “aprobado” o
“desaprobado”. Ahora bien, si el docente a esa nota agrega un registro breve de
aspectos positivos y otros a mejorar de las respuestas que el alumno brindó,
permitirá que en una próxima instancia de evaluación mejore su desempeño, convirtiendo
a la evaluación en una instancia de aprendizaje.
En caso de que el
docente carezca de tiempo o tenga muchos alumnos, hay instrumentos estándares
que permiten esas devoluciones cualitativas, instrumentos tales como: listas de
cotejo, listas de apreciación o rúbricas.
¿Cuándo evaluar?
Abordar este
interrogante pone de relieve la variable temporal, con relación al propósito
perseguido al evaluar y a los datos que se pueden obtener según los momentos en
los que se evalúa.
Claves para pensar cuándo vamos a evaluar:
Puede darse que el
docente necesite obtener información acerca de conocimientos y habilidades
previas de los alumnos y que son necesarias antes de enseñar un tema nuevo
-esto especialmente puede ocurrir en el primer año de una carrera. En ese caso
la implementación de la evaluación se convertirá en un diagnóstico sobre
saberes previos.
También es
importante administrar evaluaciones durante el cursado, que
sin ser tan seguidas en el tiempo, permitan al alumno chequear los progresos en
sus aprendizajes, a partir de las devoluciones que, como docentes realicemos, y
de este modo llegar preparado a la evaluación al final o integradora, al finalizar
el dictado de la materia o módulo. Los procesos de evaluación intermedios, sin
ser constantes o abrumadores, permiten predecir resultados finales y en qué
medida los estudiantes se acercan o se alejan de los objetivos de aprendizaje
esperados.
¿Evaluar a quién?
Esta última
pregunta es central. Interrogarse por el destinatario del proceso de evaluación
remite al sentido del hecho de evaluar.
Si bien el estudiante es
el principal destinatario, el proceso de evaluación afecta también al docente que
diseña y conduce dicho proceso. Y, ¿por qué recae en el docente como un actor
no menor? Puede darse que el docente tome una prueba de opción múltiple breve
al inicio del cursado como diagnóstico y la mitad de los alumnos la aprueba,
mientras que la otra mitad no. Seguramente este dato será un insumo para que el
docente replantee lo que tenía planeado enseñar ya que necesitará que todos los
alumnos tengan buen desempeño en los contenidos evaluados.
Claves en función del estudiante:
Conocerlo, saber mínimamente el
trayecto educativo en el que se encuentra -no es lo mismo el alumno ingresante
que quien se encuentra cursando la mitad de la carrera o está cerca de la
realización de su trabajo final-. Será importante conocer las necesidades del
estudiante en los diversos trayectos, lo que orientará el diseño de actividades
de evaluación personalizadas y de diverso tipo.
Mantener comunicación sólida y fluida que
permita el conocimiento mutuo entre docentes y alumnos. Una información
insoslayable que el alumno debe conocer es la relativa a la propuesta de
enseñanza y de evaluación, y en relación a esta última, los criterios
de evaluación y de acreditación. Se aconseja dar a conocer esta información
por diversas vías: lista de mails, muro, foro.
Propiciar instancias de autoevaluación en
relación a los objetivos que el alumno debe alcanzar, que genere autoconciencia
de los niveles de desempeño y autonomía para organizarse frente al logro de las
metas de aprendizaje.
Facilitar herramientas de gestión de
tiempos de realización de actividades obligatorias, como puede ser un
cronograma tentativo que se les ofrezca a los estudiantes.
Brindar herramientas para superar la ansiedad
del examen.
Para finalizar, deseamos enfatizar que cada uno de los tips ofrecidos en los
cuatro apartados son completamente dependientes unos de otros, más allá de que
hayan sido presentados por separado a los efectos de otorgar un orden al
planteo.
Asimismo, queremos
volver al centro de la escena del acto de evaluar, donde se encuentra el alumno,
como un sujeto dinámico y en relación con otros, para lo cual será siempre
importante propender al diálogo fluido con él, de modo de no perder de vista
que los aprendizajes y la evaluación, se dan en un contexto particular.
Autoras: Mgter.
Valeria Moschetta y Mgter. María Helena Saddi – Dirección de Pedagogía.
Universidad Blas Pascal.
Fuente
https://www.ubp.edu.ar/educacion/miscelaneas-educativas-algunas-lineas-acerca-del-acto-de-evaluar-en-tiempos-de-pandemia/
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