A partir de las concepciones particulares resultado de
nuestras reflexiones, nos preguntamos ahora ¿Cómo comprendemos una metodología
factible para llevar a cabo la evaluación de la calidad de la educación
preescolar? Dentro de la metodología que aquí describimos, creemos que la
evaluación no es una acción lineal, sino un proceso circular mismo que se
renueva cíclica y periódicamente a manera de un proceso continuo y permanente.
Así, a partir del modelo de evaluación de la calidad de la
educación preescolar que proponen Myers y Martínez, nosotros hacemos una serie
de consideraciones sobre los siguientes elementos:
Determinación de indicadores.
Para realizar la evaluación de los centros preescolares, sus aulas y el desarrollo de las competencias del educando, es requisito indispensable primeramente determinar los indicadores susceptibles de ser operacionalizados y cualitativamente medidos.
Creación de instrumentos.
Si se quiere ser congruente y consecuente con la iniciativa de la creación de un sistema de indicadores, no procede aplicar instrumentos creados, estandarizados y normalizados en realidades distintas a la nuestra por las limitaciones que conlleva no considerar las características particulares de la diversidad de nuestra población infantil. Creemos por tanto, que los evaluadores deben asumir la responsabilidad de la creación de instrumentos propios idóneamente basados en la operacionalización de esos indicadores identificados dentro del contexto y momento histórico de nuestra realidad.
Aplicación de instrumentos.
La acción de aplicar los instrumentos no se caracteriza por tomar distancia neutral y supuestamente objetiva con respecto al fenómeno a ser observado, sino por el contrario, adoptar una actitud de observador participante. Para poder comprender desde dentro cómo es que se realiza el quehacer educativo, es decir de identificar la calidad con la que se realiza la educación, así cómo seguir la huella de cómo evoluciona el proceso del desarrollo de las competencias en los preescolares.
Observación y registro de la realidad.
Los instrumentos no son fines en sí mimos, por el contrario, son un mero recurso y guía mediante los cuales se realiza una observación dirigida mirando ciertos aspectos de la realidad y el proceso educativo enmarcados dentro de su contexto y momento histórico. La observación es útil siempre que se acompañe de un registro sistemático como un producto construido que posteriormente permite analizar cuidadosamente lo observado.
Descripción.
Dado que el énfasis no es obtener una información eminentemente cuantitativa, se espera que el registro detallado de la observación constituya una descripción cualitativa; es decir, un relato anecdótico acerca de lo que sucede y cómo es que suceden los hechos en el centro, en el aula y el desarrollo de las competencias de los educandos.
Integración.
La descripción y el registro de lo observado no
son suficientes para su análisis cualitativo, si no pasan por el filtro del
trabajo de integración. Entendiendo por integración el ejercicio de amarrar los
hilos imaginarios de cada información proveniente de distintas fuentes
proporcionadas por las diversas voces y miradas de los actores involucrados en
la evaluación externa y la auto-evaluación, mismos que dan sentido o
resignificación al quehacer educativo.
Devolución y dialogo.
La evaluación caracterizada por la búsqueda de sentido,
paradójicamente pierde su sentido si no regresa a su origen. Es decir, si no se
devuelve directamente a los actores educativos que lo generaron, con la
intención de que se apropien conscientemente de él y lo utilicen en su propio
beneficio. Es importante hacer notar que no obstante, la devolución es una
práctica inherente al trabajo clínico, su aplicación al campo de la educación y
más aún de la evaluación educativa, es una aventura inédita. Pues de manera
semejante a la clínica, la devolución implica el encuentro de los educadores y
los directivos con una escucha sensible, empática y flexible de los evaluadores
quienes no los enjuician, persiguen o sancionan generando de manera natural la
defensa y la resistencia características de
Resignificación,
reflexión y replanteamiento.
La devolución en el contexto escolar no es una mera acción
de aventar la pelota al de enfrente. Sino de entregar al otro, de manera
responsable y comprometida lo que le pertenece; lo que no obstante siendo suyo,
realmente no lo conoce. Es mediante la comunicación y el diálogo que la
devolución de lo que le pertenece al otro se transforma en una resignificación
dentro del proceso de construcción de significados compartidos sobre el
quehacer educativo. La comunicación y el diálogo generados por la devolución,
ofrecen la posibilidad de la reflexión, la cual se constituye como una
herramienta inherente al pensar juntos sobre lo que se vive, se piensa y se
siente con respecto al proceso de la evaluación misma. A partir de la
resignificación y la reflexión docentes y directivos pueden comprender qué y
cómo es lo que realmente hacen, lo que facilita llegar a replantearse mejorar o
cambiar sus acciones por iniciativa propia. No desde la perspectiva del error o
equivocación, sino desde una forma de actuar distinta y tal vez alejada del
sendero que conduce al lugar que se pretende llegar mediante la intervención
intencionada de la educación.
Acompañamiento.
Creemos que la función del evaluador no termina en el punto
anterior, sino que es a partir de su compromiso ético con el quehacer educativo
y con cada uno de los actores involucrados, que tiene en su haber otra tarea,
que no por ser la última, es la menos importante, la de acompañar a los
docentes y directivos en el recorrido cotidiano a través de su práctica
educativa. Se trata de un proceso que permite a los diversos actores, tanto los
propios de los centros preescolares, como los externos, establecer un vínculo
sobre el cual se crea y construye el espacio de diálogo y reflexión, para
pensar sobre el cómo se realiza el quehacer escolar. Lo que implica trabajar en
la mejora continua de la intervención educativa tendiente a fortalecer no sólo
el aprendizaje y el desarrollo de las competencias de los preescolares, sino
fundamentalmente su bienestar.
Autores: Clotilde Juárez-Hernández; Pastor Hernández, Olga
Porras, María de los Ángeles Contreras, Elena Negrete, Carmen Hernández, Diana
Arellano, Clara Frías, Elizabeth Mora y Mayte de Lassé
Profesores de Este trabajo es un producto derivado del Seminario sobre la Calidad de
Calidad de la Educación: Un debate ineludible
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