jueves, 16 de agosto de 2012

Riesgos del proceso de autoevaluación institucional

La Autoevaluación Institucional es un proceso no excepto de peligros de fracasos, se trata de una situación compleja, que lleva tiempo y esfuerzos ¿Cuáles son los riesgos más frecuentes? ¿Cuáles pueden ser los orígenes?


El proceso puede fracasar en alcanzar el planteamiento de mejoras continuas, su principal objetivo. De manera esquemática, consideremos los escenarios que se describen en la página siguiente.


En síntesis, el proceso de autoevaluación, como todo proceso complejo que se inicia, implica un tiempo de aprendizaje y maduración. Por eso, no hay que olvidar que, en la medida que se adquiera experiencia en el tema, su aplicación se verá facilitada y serán más inmediatos los beneficios que reportará. La metodología misma va a ser ajustada y afinada cada vez que el equipo responsable del proceso, o los que participan de ella, lo considere necesario hasta conseguir lo que mejor se adapte a su realidad, a su necesidad y funciones.



Por último, pensar este proceso de evaluación como la articulación de distintas fases complementarias de diseño, divulgación, ejecución, informe final y metaevaluación –tal como lo propone Joan Mestres–, habilita instancias democratizadoras que favorecen la participación de los diferentes actores institucionales.



TABLA
Proceso de Autoevaluación Institucional y Riesgos
Si no se le asigna una alta prioridad por falta de compromiso, apoyo y facilidades para llevarlo a cabo:       
Se van a anteponer las tareas cotidianas y su implementación no va ser posible.


Si no es claro para los actores involucrados y la comisión de autoevaluación no cuenta con legitimidad: 
Se puede generar suspicacia o falta de confianza en el resto de la comunidad académica.


Si no se cuenta con el respaldo de las autoridades:
Las acciones de mejora pueden quedarse en propósitos.


Si no se abre la participación al colectivo, es decir, si no se incluye la percepción de un grupo más amplio, más allá del que lo promueve: 
La reflexión puede quedar cerrada o sesgada. Puede darse falta de intención de involucrarse.


Si no son autocríticos quienes lo conducen:
Los resultados de la evaluación no se van a ajustar a la realidad.


Si no se asume que el producto final no es el Informe de autoevaluación y no hay predisposición al cambio:    
No se llegan a implementar las acciones de mejora.





           



Extraído de
LA AUTOEVALUACIÓN INSTITUCIONAL Y LA CULTURA DE LA PARTICIPACIÓN1
N. E. LANDI, M. E. PALACIOS
REVISTA IBEROAMERICANA DE EDUCACIÓN. N.º 53 (2010), pp. 155-181

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