A la hora de emprender un proceso de evaluación es imperiosa
la necesidad de comenzar con la pregunta sobre qué se desea evaluar, respecto
de lo cual existen innumerables dimensiones que pueden ser consideradas como el
objeto a evaluar. Entre las centrales mencionamos:
• El clima institucional. Apunta a revisar fuertemente qué
pasa en nuestras escuelas públicas en torno a la oposición
disciplina-convivencia, las prácticas de valores, los acuerdos de convivencias
ya que los mismos pueden aportar sustancialmente a la mejora de la salud
institucional, sobre la base de la participación y el consenso de todos los
actores.
• Las innovaciones pedagógicas. Indaga, analiza y evalúa
aquellas que son consideradas prácticas innovadoras, como por ejemplo los proyectos
específicos emprendidos y sustentados en el diagnóstico, marco referencial;
revisa la propia ejecución del plan.
• Los recursos tecnológicos. La evaluación del uso
pedagógico de los recursos; computadores en cada una de las asignaturas;
impacto en la formación de capacidades en los estudiantes mediante esas
tecnologías.
• Las prácticas de enseñanza y de evaluación que se realizan
en el aula desde una mirada amplia, compleja y dinámica. Vinculan los
principios de una enseñanza adaptativa que tenga en cuenta la pluralidad del
alumnado a través de la diversificación en las formas de la actuación y ayuda
pedagógica.
• El análisis de las prácticas educativas y de los
aprendizajes.
Permite tomar en cuenta –como espiral ascendente– por una
parte, la necesidad de promover una actuación reflexiva docente que posibilita
el cuestionamiento y el cambio en profundidad de las creencias y pensamientos,
y por otra, la urgencia de buscar una alineación, o coherencia, entre los
diferentes niveles que configuran la práctica educativa, tales como la
institución, el aula y el mismo sistema educativo.
• El uso de las TIC. Fomenta en los estudiantes y docentes
la cultura del aprendizaje continuo. Cada institución ha de implementar
políticas educativas de manera de considerar el uso apropiado de las nuevas
tecnologías, a través por ejemplo, de cursos que enseñen a manejar entornos
virtuales, el uso de plataformas, así como de estrategias a implementar para
fomentar la autoevaluación del alumno y del docente a través de las TIC.
Asimismo, se debe reflexionar acerca de las posibilidades concretas que cada
institución brinda para que todos los actores de la comunidad educativa tengan
acceso a cursos a distancia, apoyatura virtual de materias que se cursan de
manera presencial, cursos optativos, etcétera.
• El espacio ampliado y contextual de la escuela. Este se
vincula con el exterior de la escuela, por lo que es necesario comenzar a
incluir un abordaje de fuera hacia dentro. Los problemas que ocupan la mayor
atención de la escuela no pueden ser solo los de su territorio interno. El
afuera es el lugar donde una organización agrega o desagrega legitimidad, o
sea, es allí en el espacio externo donde una institución encuentra su verdadera
razón de ser.
Extraído de
N. E. LANDI, M. E. PALACIOS
REVISTA IBEROAMERICANA DE EDUCACIÓN. N.º 53 (2010), pp. 155-181
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