domingo, 1 de septiembre de 2013

Otra Paradoja en la Evaluación Educativa: La falta de Participación


Es reconocido por todos la arbitrariedad de los resultados de una Evaluación Educativa, un “aprobado” para un docente puede significar “reprobado” para otro ¿Esto hace que se produzcan controversias? ¿O las correcciones son incontestables? Además ¿Cuál es el nivel de participación de los alumnos? Los siguientes aportes nos ayudan en la reflexión.

Aunque resulta muy difícil eliminar la arbitrariedad de los procesos de corrección, la calificación tiene el carácter de inequívoca y de incontestable.

Alguna investigación (Fernandez Pérez) ha mostrado que para que haya objetividad en la corrección de exámenes de ciencias hacen falta, al menos, doce correctores. Para exámenes de letras, más de cien.

En efecto, un profesor considera que la respuesta exacta es imprescindible; otro da más valor a la opción matemática elegida; otro al lenguaje con el que se ha expresado; otro a la opción creativa que ha elegido para resolver el problema; incluso, alguno exigirá que repita la opción por la que se había inclinado el profesor.

Baste dar a otros docentes los mismos ejercicios para que cada uno los puntúe o al mismo profesor, en momentos diferentes. Además de las dificultades de fijación y aplicación de criterios existen otras variables que inciden en la corrección:

  • Estado de ánimo del corrector.
  • Conocimiento previo del alumno.
  • Relaciones personales establecidas.
  • Efecto halo.
  • Participación en el aula.
  • Expectativas forjadas.
  • Ejercicio previo corregido.
  • Etc.

Sorprende que, dada la complejidad del proceso de corrección, haya tan pocas reclamaciones por parte de los alumnos. Este hecho no se debe interpretar exclusivamente bajo la suposición de que habrá acuerdo con el sistema de corrección; sino que hay que sospechar que puede existir miedo al etiquetado, falta de práctica, inquietud por la inflexibilidad, sospecha de gremialismo en caso de que se acuda con la queja al profesor o al Departamento...

Paradoja
Aunque la participación es un objetivo prioritario de la formación, los alumnos sólo intervienen en la evaluación a través de la realización de las pruebas.

La participación de los alumnos en la evaluación puede (debe) plantearse en sus dimensiones más profundas (sentido, finalidad, ética...), y no sólo en las más tangibles y superficiales: fijación de criterios, aplicación de los mismos, discusión sobre dicha aplicación... Sin embargo, es poco frecuente que los alumnos participen en estos procesos.

Aunque se habla y se escribe sobre la participación y la negociación del currículum, lo cierto es que se publican las programaciones en las que se fijan las fechas, las formas y los criterios de evaluación.

Cuando los profesores piden la opinión ya suele estar todo decidido. Los alumnos saben que se trata de un simulacro de participación. En ocasiones, se les pide opinión sobre aspectos meramente anecdóticos. Se pregunta si prefieren un día u otro, un tipo de preguntas u otro, pero no se negocian los aspectos sustantivos.

Nada quiero añadir sobre el caso del profesor que plantea una negociación tramposa, es decir, una negociación sobre el proceso evaluador en la cual solamente habrá aceptación en el caso de que la decisión de los alumnos coincida con la que él había ya tomado.

La autoevaluación de los alumnos es una práctica poco generalizada en la Universidad. Es el profesor quien decide todo lo relativo a tiempos, tipos de pruebas, condiciones, frecuencia, criterios de valor...

Frecuentemente, estas decisiones no sólo no son compartidas con los alumnos; sino que no son conocidas por ellos. De esta manera, la evaluación condiciona todo el proceso de aprendizaje.



Autor
Miguel Ángel Santos Guerra
Universidad de Málaga.
En Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado
20 paradojas de la evaluación del alumnado en la Universidad española


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