La Evaluación en Educación es una preocupación en si misma, reúne la complejidad de todo el proceso, por lo que hace necesaria una permanente reflexión ¿A qué llamamos Evaluación? ¿A qué ideas pueden hacer referencia? ¿Cómo fue cambiando el concepto de Evaluación? ¿Cuál es su estructura básica?
En los últimos años, la preocupación por brindar una
educación de calidad se ha ido acrecentando. Las instituciones educativas
orientan todos sus esfuerzos en tratar de mejorar el servicio que ofrecen tanto
en las aulas como en la organización en general, con el fin de obtener mejores
resultados. Sin embargo, muchas veces, los cambios que realizan en nombre de la
calidad son producto de meras percepciones o intuición que, lejos de optimizar
la enseñanza, originan productos parciales, inconexos y descontextualizados.
Para que los esfuerzos de mejora institucional cumplan su
objetivo, es necesario conocer las fortalezas, deficiencias y carencias de la
organización, aplicando una evaluación que permita recoger información
fidedigna, emitir juicios de valor y tomar decisiones de mejora. La evaluación
así planteada constituye un primer paso para la optimización de los procesos
institucionales, que también son susceptibles de control durante su ejecución y
al término de los mismos. De esta manera, se va desarrollando una cultura de
evaluación institucional y el proceso se convierte en un elemento importante
dentro del “círculo virtuoso de la calidad”.
La importancia de la evaluación se va evidenciando cuando, a
través del proceso mismo, se obtienen resultados que constituyen insumos para
etapas posteriores, y estos para las siguientes. Para ello, es importante
empezar marcando los parámetros dentro de los cuales se va a desarrollar la
evaluación, es decir, definir el qué, el por qué y el para qué de ella.
¿Qué es evaluación?
El término evaluación es complejo debido a que detrás de él
se encuentra la teoría implícita de quien lo emplea. Así, para algunos, evaluar
es medir, calificar, clasificar, examinar, o aplicar pruebas (Alvarez Mendez).
Sin embargo, si bien las acciones antes mencionadas forman parte de una
evaluación, no constituyen el todo.
El concepto de evaluación ha ido evolucionando con el tiempo
de acuerdo con el enfoque que ha prevalecido en las distintas épocas. Para
Tyler (considerado el padre de la evaluación), por ejemplo, la evaluación es la
identificación del grado de consecución de los objetivos educativos. Suchman
dice que evaluar es medir para emitir un juicio. Cronbach afirma que la
evaluación es obtener información para la toma de decisiones. Como se observa,
los tres autores tienen conceptos distintos de lo que es evaluación: Tyler le
da importancia al logro de los objetivos previamente planteados, mientras que
Suchman enfatiza la valoración de los resultados obtenidos. Por su parte,
Cronbach plantea que la finalidad de la evaluación es tomar decisiones sobre
los resultados; las mismas que deben fundamentarse en el juicio emitido.
Analizando estas definiciones, encontramos que el concepto de evaluación ha ido
cambiando hasta hacerse complejo.
Actualmente, la evaluación se define como un proceso que
contempla la recogida de información, la emisión de juicios de valor y la toma
de decisiones. Al respecto, Pérez Juste afirma que la evaluación es el “[…] acto de valorar una realidad, formando
parte de un proceso cuyos momentos previos son los de fijación de la
características de la realidad a valorar, y de recogida de información sobre
las mismas, y cuyas etapas posteriores son la información y la toma de
decisiones en función del juicio de valor emitido”.
El proceso de evaluación debe responder a las
características y necesidades de la institución educativa que se desea evaluar,
y estar planificado junto con los demás procesos de la organización. Al
respecto, Fernández Díaz manifiesta que la evaluación es un: “[…] proceso contextualizado y sistemático,
diseñado intencional y técnicamente de recogida de información relevante,
fiable y válida, para emitir juicios valorativos en función de unos criterios
preestablecidos y tomar decisiones”.
Por último, para Castillo (2002), este proceso cuenta con
una estructura básica que grafica de la siguiente manera:
Figura: Estructura básica del concepto de evaluación
Estructura básica del
concepto de evaluación
Teniendo como referencia las definiciones planteadas en los
párrafos anteriores, así como otras definiciones de evaluación, la asumimos
como:
Un proceso sistemático, intencional y contextualizado que
tiene como finalidad recoger información relevante y válida para emitir juicios
de valor, informar y tomar decisiones. Implica valorar las distintas áreas que
conforman una institución.
Además, la evaluación institucional tiene sentido en tanto
sirve como herramienta para la mejora institucional, es decir para la reversión
de la problemática encontrada, no con fines punitivos hacia los involucrados.
La evaluación, así como los demás procesos institucionales,
constituyen herramientas que permiten la optimización de la institución
educativa y son entendidas como “actividades críticas de aprendizaje”, porque
gracias a ellas se genera conocimiento.
En la actualidad, la tendencia en relación con la
evaluación, así como con otros procesos de la organización es realizarla en
forma participativa, lo que compromete a los actores educativos en cada fase y
en la aplicación de sus resultados en la mejora institucional. La evaluación
participativa supone compromiso de la institución, de los evaluadores-docentes
y de los otros actores de la comunidad educativa, quienes podrán sentirse parte de los resultados
diagnósticos y actores de los cambios institucionales de mejora.
Extraído de
Sobre la evaluación de instituciones educativas
Rosa María Tafur Puente
En Blanco & Negro (2013) Vol. 4 N° 1
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