El año pasado cambió la evaluación docente. Semana Educación le explica
en qué consiste el nuevo sistema y hace un balance.
En 2015, el Ministerio de Educación y Fecode llegaron a un acuerdo:
definieron cómo cambiar la evaluación docente. Ya no se trataría, como ocurrió
entre 2010 y 2014, de una prueba escrita elaborada por la Universidad Nacional
de Colombia. La nueva evaluación, se esperaba, empezaría a medir las prácticas
del aula, las competencias y las habilidades, para que los exámenes se
convirtieran en herramientas formativas, que sirvieran para mejorar el
desarrollo profesional de los docentes, según lo afirmaron voceros del
Ministerio de Educación.
Así fue como se estructuró la Evaluación con Carácter Diagnóstico
Formativa (ECDF), una prueba voluntaria que tiene como finalidad el ascenso y
la reubicación salarial, influida en parte por la experiencia chilena. Según el
viceministro de Educación Preescolar, Primaria y Media, Víctor Saavedra, el
objetivo era identificar las condiciones de los docentes, los aciertos y las
necesidades en las actividades del aula, con una prueba implementada por el
Icfes. Así, para los docentes que no pasen el examen, existe la opción de tomar
cursos de nivelación en facultades de educación acreditadas, con una
financiación del Ministerio de Educación de un 70 %.
¿Qué evalúa?
Desde 2015, alrededor de 36.000 profesores han sido evaluados mediante
cuatro mecanismos.
– El primero y más importante es la presentación de un video que
registre el contexto real de su desempeño durante una clase, en el que se
estudia la planeación de los contenidos, la didáctica para transmitir los
conocimientos efectivamente, la relación con los estudiantes, y el ambiente del
aula (80 %).
– Luego vienen dos encuestas, una realizada por los estudiantes (5 %) y
otra, por los compañeros de trabajo (5 %).
– En la última parte, se considera una autoevaluación en la que el
educador valora críticamente su desempeño (10 %).
¿Cuál es el balance?
“La nueva evaluación fue un progreso”, así lo aseguró Germán Darío
Hernández Rojas, asesor pedagógico del Centro de Innovación Educativa de la
Universidad Nacional y el Ministerio de Educación Nacional. Según Hernández, la
Universidad Nacional había construido muy juiciosamente unas preguntas que eran
cada vez más pertinentes; sin embargo, evaluaban únicamente las capacidades
académicas de los profesores. En cambio, la nueva evaluación se enfoca, con más
pertinencia, en un aspecto más importante: la práctica docente. Así lo sostuvo
el viceministro Saavedra. Según Hernández, “con el acuerdo entre Fecode y el
Ministerio de Educación se llegó directamente a la práctica del aula, lo que
significa un paso gigante, porque es posible apreciar los contextos y la
relación con los estudiantes”.
Evaluar para formar
No obstante, si se compara con Singapur, en donde también se evalúa la
práctica en el aula, hace falta trabajar una parte fundamental del proceso
evaluativo: el establecimiento de metas, impuestas autónomamente por cada
profesor, en un ejercicio autocrítico por mejorar su desempeño y formación. El
reto está entonces en que con el tiempo, se logre deslindar la evaluación de la
promoción y el aumento salarial, para convertirla en un elemento formativo.
Desde luego, para lograrlo es necesario mejorar la remuneración, como lo
hicieron en Finlandia, Corea del Sur, Singapur, Ontario —Canadá—, para que la
cuestión económica no sea la primera necesidad de los profesores. En Corea del
Sur, por ejemplo, los docentes se encuentran entre profesionales mejor
remunerados, junto a los médicos, ingenieros y abogados, según lo asegura la
Fundación Compartir.
Registrar todas las partes de la docencia
Por otra parte, aunque la nueva evaluación se acercó al ejercicio del
aula, solo se concentró en una faceta: las dinámicas internas. Hace falta
entender y medir la práctica docente de una manera más amplia, para enriquecer
la evaluación. Según Hernández, la prueba no evalúa al docente que planea
actividades futuras, con horizontes que van más allá de la clase, que
reflexiona sobre el desempeño y la comprensión de sus estudiantes y construye
estrategias para mejorar la efectividad del aprendizaje, que sistematiza la
información obtenida en la corrección de cuadernos y en las prácticas del aula,
y que piensa en cómo evaluar a sus estudiantes holísticamente. Así que cuando
Fecode le ganó el pulso al Ministerio de Educación y excluyó al Portafolio de
la evaluación, en el que se incluían reflexiones pedagógicas sobre la planeación
y la evaluación, se limitaron variables para medir las diferentes facetas del
ejercicio docente.
¿Cómo conseguir examinar con retroalimentación?
Por último, es necesario seguir trabajando en el sistema de
retroalimentación. Para Sandra Peña, profesora de Ciencias de la Educación de
la Universidad Icesi, hay que entender la evaluación como una herramienta para
actualizar, mejorar y reestructurar las prácticas pedagógicas. Y si bien el
Icfes construyó un banco de preguntas que de acuerdo con los resultados envía
recomendaciones, se corre el riesgo de homogeneizar con los mismos estándares
para todos los docentes y de limitar el diálogo. El reto es descentralizar la
evaluación, llevarla al colegio, para que se discuta y se piense con los pares
sobre la pertinencia de las estrategias pedagógicas. Las encuestas de los pares
y estudiantes no necesariamente permiten el intercambio de experiencias, y
suele pasar que entre pares y directivos “se den suave”, en las pruebas, por el
ambiente laboral y para mejorar las posibilidades de ascenso, según afirmó un
profesor de un colegio oficial.
Por: Revista Semana Educación
Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/como-funciona-la-evaluacion-docente/526926