jueves, 5 de marzo de 2020

Las múltiples funciones sociales de la evaluación


En la escuela no sólo se cumplen las finalidades expresas de los docentes ni, más allá, las finalidades expresas de la Constitución y las leyes. Por debajo de este marco evidente, se entrecruzan los fines confesados y no confesados de diversos sectores y clases sociales, que se manifiestan en esa institución como en otras instancias de la sociedad. Y a la hora de evaluar, estos intereses pueden imponerse con especial fuerza, por las implicaciones del proceso (Álvarez Méndez, 1995 Ayuste y otros, 1994).


Las discriminaciones, la justificación de las desigualdades, el control sobre los menos poderosos, tienden a manifestarse particularmente en este momento. No se trata de un plan diabólico sino del encadenamiento de presiones, ideologías y acciones a lo largo del tiempo.

Así, la evaluación a partir de ejercicios vacíos de verdadero significado, muy escolásticos, plagados de términos técnicos a memorizar, tiende a desfavorecer aún más a los estudiantes de sectores de menores ingresos, cuyos padres no pueden ayudarlos en sus estudios, cuyos hogares están desprovistos de libros o periódicos y a quienes, por estas y otras razones, les cuesta mucho más asumir una enseñanza poco pertinente y llena de convencionalismos para ellos poco conocidos.

También, a menudo el control social es parte de la evaluación, ganando puntos y reconocimiento las conductas más sumisas a rituales y normas establecidas, cuya máxima razón de ser sea inculcar obediencia ciega y respeto incuestionable al status quo.

Finalmente, el fracaso, al cual el estudiante es empujado por una constelación de circunstancias sociales y escolares, es tomado como justificación de la salida temprana del sistema educativo. No es la escuela la que no ha sabido ayudar al niño, no es el sistema social el que le ha negado oportunidades al niño, es él, el propio niño, el culpable de su repitencia y/o deserción, por no haber logrado superar los estándares mínimos escolares, Mendel y Vogt (1978, p.256) llegan a decir que la finalidad de la escuela en nuestra actual sociedad es precisamente fabricar el fracaso.

Se trata de mecanismos oscuros y entrelazados, que actúan en contra de las potencialidades de los niños, especialmente de aquellos de sectores populares.

Conviene estar atento a que cuando se ejerza una acción evaluadora no tomen posesión de la misma, sin que el educador se dé cuenta, esos intereses minoritarios pero poderosos que, por la dinámica social, distorsionan la vida escolar en su provecho.



Extraído de
LA EVALUACIÓN EN LA ESCUELA:
una ayuda para seguir aprendiendo
 
Autora; Aurora LACUEVA*

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Busca en mis blogs