- Recogemos un texto escrito por Ángela
Valverde, estudiante de 4º de educación secundaria en un IES de la
Comunidad de Madrid. En él habla de este final de curso y la evaluación
que se llevará a cabo en este último trimestre. Ella forma parte del
alumnado que, voluntariamente, podría volver a las aulas en la fase 1 de
la desescalada en el confinamiento.
Hace más o menos un mes y medio decretaron el estado de alarma debido al
Covid-19, un virus que tuvo origen en China y que tiene una gran capacidad de
transmisión, tanta que posteriormente ha desembocado en una grave pandemia. A
todos nos parecía algo surrealista, algo impensable que sucediera en nuestras
vidas, algo que nos ha “roto (literalmente) los esquemas”. A pesar de que al
principio me alegré de descansar un poco con el no parar de la rutina de cada
día, me he dado cuenta de que ir a clase es un privilegio.
Desde mi punto de vista, como estudiante de cuarto de la ESO, considero
que esta situación nos ha afectado enormemente. El Ministerio de Educación y la
Consejería de cada Comunidad han intentado poner en común ciertas medidas para
el desarrollo del curso. Estas medidas han llegado un poco tarde, creando
cierta incertidumbre a los estudiantes y profesores. En líneas generales
estoy en desacuerdo con algunas de las pautas globales que se han establecido y
pienso que ha habido una gran falta de organización. A continuación, me
gustaría desarrollar varias ideas en relación a este tema en esta nueva
situación.
En primer lugar, si nos centramos en los criterios de calificación que
se podrían seguir para evaluarnos en este último trimestre, creo que deberían
puntuarnos mediante trabajos, avanzando materia poco a poco, sin saturarnos.
Aunque estemos dando clases virtualmente, tienen que entender que a veces nos
pueda costar más asimilar el nuevo temario. En ocasiones algunos alumnos como
yo tienen dificultades técnicas de acceso a la plataforma digital y no pueden
dar las clases de ciertas asignaturas, aparte de que considero que hay una gran
diferencia con respecto a dar las clases presencialmente. Esta evaluación
siempre tiene más peso que las anteriores (50%) por lo que debido a estas
circunstancias excepcionales yo lo repartiría también con lo que hemos hecho
los dos trimestres pasados. Si en algunas asignaturas consideran necesaria
la realización de exámenes, creo que deberían quitarle peso en la nota y
alternarlo con otro tipo de tareas (trabajos, ejercicios, actividades de
entretenimiento…) para así poder hacer la cuarentena más llevadera.
En segundo lugar, para mantener la misma igualdad de condiciones en los
alumnos a nivel nacional, opino que todas las comunidades autónomas
deberían aplicar las mismas medidas. De esta manera todos iríamos igual de
preparados y con los mismos conocimientos el curso que viene. Si bien, aunque
las pautas generales las marquen las Administraciones educativas, pienso que
los profesores son los más cercanos a los alumnos y, por lo tanto, los que
mejor los conocen, los que más saben acerca de sus necesidades y los que están
al tanto de ciertos problemas personales. Por ello son los que tendrían que
tener la última palabra a la hora de decidir si un alumno necesita otros
recursos o ciertas actividades específicas.
En tercer lugar, en cuanto al programa de cada asignatura en concreto,
hay ocasiones en las que resulta un poco imposible llevar a rajatabla el
currículo de las materias, y sin duda, considero que Lengua es una de ellas.
Normalmente, el currículo es ya muy extenso de por sí, por lo que ahora es
más complicado cumplir con él. Veo necesario intentar adaptar los contenidos,
como he dicho anteriormente, utilizando otro tipo de actividades evaluables más
llevaderas. Con esto, quiero decir que continuemos con los temarios de forma
adaptada a esta situación y aunque algunos contenidos no se vean en
profundidad, al menos tener una ligera idea de ellos, de forma que en el
próximo curso, en el que supongo que se repasarán, podamos desarrollarlos más a
fondo.
Por último, acerca del aprobado general, que diría que es lo que
más polémica ha causado, no lo consideraría una opción. Sería injusto que
a personas que no han trabajado durante todo el año se les aprueben las
asignaturas y pasen de curso. Esto supondría una gran dificultad para ellos el
curso siguiente, ya que no han adquirido los conocimientos necesarios para
continuar avanzando y no podrían alcanzar el nivel exigido. Esto les puede
crear frustración y desmotivación, ya que no tienen el nivel. Además, en muchas
ocasiones perjudicarían a la clase haciendo que fuese más retrasada.
Por otro lado, están los cursos como cuarto de la ESO, que es un año en
el que titulamos. En este caso, habría gente que recibiría el título sin
merecérselo y sin haber adquirido los conocimientos básicos. Por el contrario,
estoy de acuerdo en que a estudiantes de bachillerato que se supone que quieren
seguir estudiando se les dé un empujón, especialmente a los de segundo, año que
les resulta decisivo para su futuro. En este caso, a aquellos que tengan más
dificultades con el temario, si el profesor considera que han trabajado, pero
aún así no es suficiente, deberían ser un poco más flexibles con ellos y
valorar también todo su esfuerzo.
En conclusión, esta situación requiere un esfuerzo especial por parte de
las administraciones, el profesorado y los alumnos, quienes tienen que intentar
aportar el máximo para llevar con la mayor normalidad posible esta situación,
de forma que sea justa para todos. Esto no quiere decir que los que no trabajan
se vean perjudicados, ni que los que sí trabajan salgan beneficiados.
Simplemente pido una igualdad justa de condiciones con trabajos asequibles a la
situación, ya que aunque no lo veamos así, una simple nota lo cambia todo.
Por: El Diario de la
Educación
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