EI intercambio niño-docente. Los señalamientos evaluativos del
docente (orales y escritos) ya son un primer paso en esta evaluación como
ayuda. Contribuyen a que el aprendiz detecte mejor sus puntos fuertes y
débiles. Y en la propia acción de señalar errores y conversar sobre ellos, hay
un nuevo aprendizaje hacia la superación de los mismos.
A su vez, este diálogo propicia que el estudiante se familiarice
con formas de evaluar y con criterios de evaluación, que puede aplicar luego en
nuevas oportunidades y para otras áreas, a si mismo y a otros. Adquirir
estas herramientas instrumentales de segundo orden, le resulta
útil al aprendiz, y contribuye a independizarlo del docente y a poder asumir
mayor responsabilidad en su propio aprendizaje (Fernández Pérez).
Por otra parte, a partir del intercambio niño-docente el aprendiz
recibe el mensaje de la importancia de su propio proceso de aprendizaje, el
cual ha merecido la atención específica del maestro o de la maestra y es el
tema de esa comunicación persona-a-persona. Este mensaje no se recibe con una
calificación sobre un papel, acompañada apenas de una breve frase.
La comunicación niño-docente puede concluir con algunas medidas
tomadas de común acuerdo, para subsanar deficiencias detectadas o remediar
lagunas. Es importante que, cada vez más, el alumno sea el proponente de las
medidas de intervención, orientado por la educadora o el educador.
Debe haber un tiempo pautado para estas periódicas conversaciones
con cada nlño o equipo. Y han de organizarse también otras con toda la clase,
que permitan revisar el trabajo del grupo como un todo.
Las fichas autocorrectivas. Las fichas autocorrectivas (Freinet,
1975) ofrecen a cada niño o niña la posibilidad de trabajar solo(a), a su
propio ritmo, en el dominio de alguna habilidad o de algún contenido. Puede
haberlas "normales" y "remediales".
Las que primero vienen a la mente son, con probabilidad, las
fichas de Castellano y las de Matemáticas: para mejorar la ortografia, para
aprender a resumir un texto o a encontrar sus ideas principales, para practicar
aritmética, para resolver problemas geométricos, entre tantos otros casos. Pero
no dejan de ser posibles las fichas en otras áreas: fichas para practicar
clasificación, para profundizar en alguna noción científica, para aplicar un
determinado concepto de estudios sociales...
EI carácter autocorrectivo de este material (respuestas en otra
ficha o al reverso de la primera) permite el trabajo independiente del niño y
su propio control de la marcha del proceso. A la vez que libera al maestro de
una tarea de enseñanza individualizada imposible de realizar cabalmente en
clases numerosas como las nuestras.
No confiamos mucho en las fichas que demandan la mera ejecución
mecánica y repetida de secos ejercicios (como, por ejemplo, hacer gráficos con
series de números sin mayor sentido).
Preferimos las que plantean breves problemas, preguntas
atractivas, pequeños desafios, con cierto ingenio y sentido del humor, de
manera menos descarnada.
La colaboración entre compañeros. Sucede cuando los alumnos más avanzados
en determinada área trabajan con sus compa ñ eros, en equipos organizados y
durante lapsos especialmente marcados, para ayudarlos a superar insuficiencias.
Ambos grupos pueden beneficiarse de esta interacción, pues los
"enseñantes" deben clarificar y ordenar sus conocimientos para poder
ayudar a otros. Y los "aprendices" reciben orientación de alguien más
cercano que el docente, alguien que se expresa de modo más afin y con quien
pueden sentirse más cómodos. Debe evitarse la eternización de estos roles, sin
embargo. Interesa que cada alumno o alumna sea a veces "tutor" y a
veces "tutoreado". Todos deben tener oportunidad de explicar algo a
sus compañeros, aprovechando las áreas (incluso las "no-académicas")
donde destacan.
Las actividades nuevas que inciden sobre fallas detectadas. En este caso, se sigue adelante con la
programación de la clase, pero manteniéndose alerta y proveyendo refuerzos que
contribuyan a que los estudiantes superen sus deficiencias. Pensamos aqui, en
primer lugar, en el dominio de la lectura y la escritura, y en el de las matemáticas.
Pero también en ciertos conceptos clave dentro de las Ciencias Naturales o las
Ciencias Sociales, que pueden retomarse de manera nueva en posteriores clases,
para seguirlos trabajando. Así, por ejemplo, conceptos como evolución de los
seres vivos, energía, cambio químico. O bien, nociones sobre tiempo histórico,
interacción seres humanos-medio geográfico, poderes públicos... Por otra parte,
es posible replantear en nuevas situaciones la práctica de importantes
habilidades como el análisis crítico, la categorización o el diseño
experimental; y la orientación de positivas actitudes como la de
responsabilidad ante compromisos libremente asumidos, la de cuidado hacia el
medio ambiente y otras tantas.
La labor diferenciada del docente con grupos de niños. Ésta se hace posible si se logra
desarrollar en el aula una rutina de trabajo diversificado bien organizada. De
tal manera, mientras otros niños se encuentran cumpliendo con sus
programaciones en las diferentes áreas, distribuidos en distintos espacios del salón
y/o de la escuela, es posible que el educador o la educadora tenga oportunidad
de atender especialmente durante ciertos lapsos a los alumnos con problemas
serios en su aprendizaje.
Con procedimientos como los señalados y otros que cada docente
pueda desarrollar, se aprovechan las enseñanzas de la evaluación, evitando que
ella sea el cierre de un proceso sino, por el contrario, una etapa más de la
actividad escolar, que sirve para reorientarla más apropiadamente.
Extraído
de
LA EVALUACIÓN EN LA ESCUELA:
una ayuda para seguir aprendiendo
una ayuda para seguir aprendiendo
Autora; Aurora
LACUEVA*