viernes, 24 de julio de 2020

La calificación es a menudo un obstáculo

AI menos en la escuela básica, la calificación es con frecuencia un obstáculo. Y habría incluso que preguntarse sobre su utilidad en niveles superiores. Pero, ciertamente, en ese nivel de la educación general, dirigida a todos, lejos de ayudar entraba. Crea jerarquías que enturbian el ambiente escolar. Tiende a cristalizar situaciones transitorias. No aclara fallas y logros, sino sólo categoriza. Aunque nadie lo quiera, termina etiquetando: el docente olvida los rasgos que le llevaron a dar una calificación específica, y sólo recuerda que determinado niño "sacó 10" o "es un alumno de 18".


EI propio niño llega a verse a si mismo bajo esta simplificadora y ocultadora etiqueta. Como señalan Alfieri y otros , su imagen de si mismo no se basa en el trabajo concreto realizado y en el grado de comprensión alcanzado, sino que depende totalmente de este juicio ajeno, abstracto y alienante.
La calificación actúa además como un perjudicial refuerzo extrínseco del aprendizaje escolar. Dice Lodi: "Liberar a los niños de la recompensa de la nota (...) significa aproximar el trabajo escolar a los intereses de los niños".

Creemos preferibles los juicios cualitativos, razonados, del educador, que orientan sobre lo alcanzado y lo que falta por lograr, y evitan la artificial ordenación de los alumnos a partir de las notas. Estos juicios pueden ser a veces orales y en otras ocasiones escritos.

Evaluar para el éxito sin facilismos
Si la escuela es un mundo rico, con abundantes experiencias de índole variada, todos los niños y niñas pueden destacarse en algo, pues hay oportunidad de actuar en campos muy diferentes: realizando experimentos científicos, diseñando y construyendo objetos, cantando en un orfeón, desarrollando acción social organizada, representando teatro, practicando un deporte, elaborando artesanías, resolviendo problemas matemáticos, escribiendo cuentos, participando en el gobierno de la clase...

Además, en cada área, por más dificultades que presente, cada niña o niño tiene también logros, realizaciones, avances. Y ésos son los que interesa resaltar.

Es importante que las niñas y niños vivan la experiencia del éxito en la escuela. Y sean reconocidos por sus éxitos o, en todo caso, por sus progresos.

La escuela que se afinca en los fracasos del estudiante no le ayuda a aprender.
No es que haya que esconder los errores y fallas infantiles. Sino que deben tomarse en su justa medida, pero partiendo primero del reconocimiento de los logros. EI éxito es el fundamento para continuar avanzando y para superar los fracasos. En un contexto de éxito, los fracasos puntuales son acicate para seguir empeñándose en el aprendizaje.

Por el contrario, la experiencia temprana y repetida del fracaso hace perder al niño seguridad en sí mismo, en sus posibilidades como aprendiz. Disminuye su interés por el aprendizaje (se rechaza lo que creemos no poder hacer). Y marca a las horas pasadas en el aula como un tiempo aburrido, y hasta triste y amargo. EI fracaso temprano, amplio y reiterado paraliza (Freinet, 1979; ICEM, 1980).

Nuestro planteamiento no se vincula a una escuela facilista, de tareas breves y muy sencillas, realizables sin mayor esfuerzo. Por el contrario, queremos una escuela de muchos retos, de actividades complejas y diversas, de largo aliento. Sólo que, en el desarrollo de esta escuela, proponemos realzar los pasos bien orientados que den los niños, pues son estos pasos los que poco a poco (o, a veces, salto a salto) les permitirán abrirse su camino.



Extraído de
LA EVALUACIÓN EN LA ESCUELA:
una ayuda para seguir aprendiendo
 
Autora; Aurora LACUEVA*

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