Los propios mecanismos de evaluación que se utilicen implican
en sí mismos ideas muy específicas acerca de cómo puede detectarse verazmente
lo que alguien sabe.
La supuesta objetividad de algunos instrumentos cerrados, como
pruebas de selección múltiple y listas de cotejo, no es tal, puesto que estos
instrumentos se elaboraron de acuerdo a unas prioridades y a concepciones
pedagógicas y epistemológicas particulares. Su contenido está sesgado por las
opciones de quien los elaboró. Y, más allá, al aceptar su formato se acepta que
por el marcado de una equis en sus espacios en blanco se puede calibrar lo que
interesa calibrar del aprendiz.
Reconociendo la imposibilidad de la evaluación objetiva, lo
importante es ejercer una subjetividad vigilada a la hora de
evaluar: aclarando cada vez mejor qué es lo que se considera importante evaluar
y por qué, estudiando con cuidado la situación de cada niño al respecto, y
llevando registro del proceso gracias a procedimientos que se estimen veraces y
confiables.
Extraído
de
LA EVALUACIÓN EN LA ESCUELA:
una ayuda para seguir aprendiendo
una ayuda para seguir aprendiendo
Autora; Aurora
LACUEVA*
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