- Hace unos días me senté para animaros a
vosotros, los docentes, a coger fuerzas, a abrir las alas y echarnos a
volar fuera de la zona de confort para transformar la escuela de hoy día.
Hoy quiero reflexionar con toda la comunidad educativa (familias,
maestros, alumnos, gobierno) sobre dos temas: la evaluación y la educación
como un todo.
Recordemos que
parto de una búsqueda por una escuela vista con ojos de niño. Esos ojos
que nos van a ayudar a hacerla por y para ellos. Una escuela en la que aprendan
a tener una buena autoestima, en la que sean tratados con cariño y amor, en la
que conozcan sus propias emociones y las sepan gestionar, en la que sepan
compartir, cooperar, respetar al resto, en la que aprendan empatía, en la que
se frustren pero sean resilientes, en la que sean críticos, en la que sepan
investigar, en la que desarrollen sus propios recursos para defenderse ante
cualquier adversidad, en la que sean creativos, en la que sepan expresarse con
soltura tanto oral como de manera escrita, en la que lean y en la que nunca,
nunca pierdan la ilusión, la curiosidad ni la motivación para seguir avanzando.
Por eso, si los incluimos en nuestro presente, mucho mejor, ya que tienen mucho
que decir.
Teniendo todo esto
en cuenta, ¿cómo lo evaluamos? Para responder tenemos que hacernos otra
pregunta ¿creéis realmente que un número puede explicar si alguien ha
aprendido, comprendido y consolidado el proceso de aprendizaje? Eso es
calificar, pero no evaluar. Evaluar es mucho más que eso. Evaluar, queridas
familias, es ser conscientes del proceso de aprendizaje, ver los puntos débiles
y fuertes y buscar cómo mejorar. Para ello, es muy importante que el alumno sea
consciente, que sepa autoevaluarse y que sepa poner en práctica lo aprendido.
Será entonces cuando dicho aprendizaje se consolide. ¿Creen pues que toda esta
información pueden recibirla con un número? ¿Pueden realmente conocer el
proceso de su hijo con este? Creo haber respondido ya a las preguntas.
Como podrán
observar, la evaluación es muy compleja, por este motivo el día en el que me
dijeron que tenía que ‘evaluar’ durante esta situación me enfadé mucho con el
sistema en general. Pensé: «¿Pero cómo voy a decidir yo que un alumno tiene más
o igual nota en estas circunstancias?». Es completamente incoherente bajo mi
punto de vista. No todos los niños tienen los mismos recursos tecnológicos. Hay
muchas desigualdades. Estamos frente a un momento tan complejo y lo que nos
preocupa es poner un número a los alumnos, que por si no tienen bastante con
estar ‘encerrados’, han de sentirse examinados en una situación extraordinaria.
¿Creen seriamente que no han aprendido nada los niños y niñas de todo el mundo
durante estos tres meses? ¿Cuál es el problema, que si no le ponemos un número
no es válido? Por favor, ojos de niño y un poco de sensatez, que los adultos ya
fastidiamos bastantes otras cosas.
Pero no se
preocupen que los maestros evaluamos con conocimiento de causa. Una vez más,
transformemos la escuela.
No olvidemos
que la educación es un todo. Somos los maestros, somos los alumnos, somos
las familias, son los gobiernos, pero mientras dejamos que estos últimos
terminen de pelearse entre ellos, juntemos nuestras fuerzas. Nosotros:
familias, maestros y alumnos tenemos mucha más voz. Sin nosotros no hay
educación.
Así que, gracias
a todas las familias que tanto nos ayudáis dando lo mejor de vosotras para
que, entre todos nuestros pequeños (de tamaño pero no de corazón) dioses sigan
adelante con su ilusión. Y gracias a nuestros protagonistas, que con
vuestra luz llenáis cada día nuestro corazón. GRACIAS.
Sara
Marí
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